Mónica, tenías 28 años y una vida enorme por delante. Y aunque no te conocí, estoy segura de que tenías unas ganas tremendas de vivir, de comerte el mundo a bocados, por ti y por tu pequeña. Pero te la han robado y lo han hecho de la forma más cobarde y ruín posible y a mí me duele en el alma como si me lo hubieran hecho a mí.

Me duele porque tengo miedo y estoy asustada. Me duele porque a veces me pregunto si esta noche llegaré a casa, si me encontrarán muerta en algún parque algún día de estos si me tomo el privilegio de volver a casa sola de madrugada. Y me duele porque nos están asesinando, están acabando con nosotras porque nos creen suyas o de nadie.

Tenías todo el derecho del mundo a comenzar una nueva vida, a ser feliz, a enfadarte, a salir de fiesta con tus amigas, a reirte a carcajadas o llorar hasta que no te quedasen lágrimas,  a disfrutar de tu hija y a ser la mujer que te diese la gana ser pero tu pareja decidió quitarte un seis de enero la vida a ti y a quién más querías. Y los titulares dirán que moriste, pero no: Tú no has muerto, a ti te han matado. Y nosotras hemos muerto un poco más contigo.

Porque morimos cada vez una niña manda su ubicación en tiempo real a sus amigas porque no sabe si esta vez volverá a casa. Cada vez que tienes que enviar un mensaje diciendo «llegué», como si llegar fuese un logro, una victoria al sistema que nos quiere sumisas, dóciles y asustadas. Con cada desaparición, con cada cuerpo encontrado. Porque ya han sido muchas Dianas, muchas Martas, muchas Rominas y ahora, muchas Mónicas.

Porque da igual tu ropa y da igual el sitio. Nos matan en parques, en el trabajo y en la calle, pero también en nuestra propia casa como te mataron a ti. Y no necesitan Tinder para hacerlo, también nos matan nuestros padres, nos violan nuestros abuelos y nos asesinan nuestras parejas. No puedes bajar la guardia, nunca sabes cuando te puede pasar a ti.

Y no puedo devolverte la vida por más que quiera. No puedo hacer que veas crecer a tu hija, no puedo devolverte a la gente que os amaba a ambas, ni hacer que les duela menos vuestra pérdida pero sí puedo prometerte que no me voy a callar, que voy a seguir luchando hasta mi último aliento y que si yo caigo, habrá otra en mi lugar que seguirá luchando para que haya un día en el no tengas que sentir miedo por el hecho de ser mujer.

De verdad que lo siento Mónica. Y espero que estés donde estés, lo hagas en paz.

Mónica violencia machista

@Pau_aranda21