Hoy vengo a decirte todo lo que no fui capaz de decirte antes. Vengo a soltar la cuerda con la que he estado sosteniendo tu recuerdo y también mi absurda manía de mentirme. Vengo a despedirme de ti y quizá, con mis palabras, animar a alguien que no sabe decir adiós a que encuentre el valor de hacerlo antes que yo. Hoy hablamos de despedirnos, de cortar el famoso hilo rojo y de hacerlo todo con la cabeza bien alta.

Hemos tensado todas las gomas, rememorando a través de nuestras fotos los momentos en los que fuimos felices, como clavos ardiendo que nos queman en las manos y nos dejan una señal imborrable. Hemos pedido perdón por inercia y, en silencio, nos hemos culpado de algunas cicatrices que nunca llegarán a sanar del todo. Hemos envidiado a nuestros amigos porque se encuentran en los ojos del otro, mientras en nuestra mirada hace tiempo que llueve. Nos hemos querido tanto que no sabemos como querernos más. Y esas alas que nos condujeron hacia el otro, ahora nos aterran, por eso de que ya no haya más cielo que surcar juntos.

mano sobre cristal

No nos enseñan a decir adiós, sinónimo de dolor, de tristeza, de ausencia. Pero no, hoy no quiero llorarte ni sentirme rota porque ya no vas a estar en mi vida. Hoy vengo a sonreírle a los recuerdos buenos, porque sabemos que hemos querido bien y de verdad cuando deseamos atesorar esos recuerdos antes de que sean devorados por los malos, y nos convirtamos en desconocidos que quedan para comer.

Hoy vengo a despedirme porque hoy recuerdo todas esas cosas que me hicieron quererte y, a veces un adiós a tiempo puede ser uno de los actos más sinceros de amor. Porque es mejor abrazar el dolor de dejarte ir que los golpes silenciosos que otorgan la indiferencia y el rencor. Se que nos hemos hecho daño, porque el hombre no nace sabiendo y nosotros, sin querer, nos dejamos comer por las dudas. Pero también sé que sonreiré cuando alguien me diga que la vida te fue bien y dime ¿no es eso muestra de que hicimos algo bien? ¿de que ese daño que nos quemaba por dentro hoy forma parte de una historia que merece la pena recordar?

Hoy vengo a decirte adiós, porque hay personas que se merecen un fin escrito en mayúsculas y, porque a pesar de que nunca nos enseñaron a despedirnos, si que aprendimos a no dañar a quienes quisimos. Porque el adiós de hoy es el cariño de mañana. Porque la despedida era la última aventura que nos quedaba por vivir.

Rocío Torronteras (@rocio_tor16)