¿No te quiere? ¡Pues él se lo pierde!

 

¿No te quiere? ¡Pues él se lo pierde!

Ya… lo sabemos.

Es mucho más fácil decirlo que hacerlo.

De hecho, seguro que le has dicho eso mismo a alguna amiga en más de una ocasión. Ánimo, tía. Si no te quiere, él se lo pierde.

Pero ahora es diferente, ahora eres tú la que sufre por amor. O por desamor, mejor dicho. Por rechazo. Porque se acabó, ya no te quiere.

Caray, duele. No cabe duda de que se pasa mal.

A veces se pasa muy pero que muy mal.

Pero, eh, ya está. Basta de autocompadecerse.

De esto se sale y vas a empezar a hacerlo ya.

¿No te quiere? ¡Pues él se lo pierde!
Foto de Garon Piceli en Pexels

Sal del agujero en el que te hayas metido, levanta la cabeza y sigue nadando, como diría Dory. Lo cual nos viene al pelo, porque será por peces en el mar. Espera, ese es otro topicazo del que quizá mejor deberías huir, ahora que lo pienso.

No es momento de centrarse en salir a conocer a otros peces. Es momento de que recuerdes que, si hay un pez que merece la pena, ese eres tú, amiga.

Porque ese es el primer paso: NO TE CULPES. Ni se te ocurra.

Nadie puede controlar el amor, los sentimientos, la atracción, o como quieras llamarlo.

De modo que no, no es por ti, nena, es por él o ella. Es porque no siente lo que tiene que sentir (eso no se puede forzar), y lo mejor que te puede pasar es saberlo cuanto antes.

 

¿No te quiere? ¡Pues él se lo pierde!

 

De verdad que lo es, por duro que te parezca.

Acéptalo, haz una bolita con todos los planes que habías hecho para los dos y tírala bien lejos.

Abandona la idea de que la cosa pueda cambiar, en el 99,99 % de los casos no lo hará. Si no te quiere, no te quiere. Punto.

No te mientas a ti misma ni mantengas la esperanza de que exista algún futuro juntos.

Volviendo a los mantras de Disney, déjalo ir, let it go… hazte un Elsa de Frozen y SUÉLTALO.

Cuanto antes lo asumas, antes podrás seguir adelante.

Por otro lado, y muy importante, no te arrastres.

No supliques, no ruegues que te den un amor que no tienen para ti.

Tu amor propio necesita de todos tus cuidados. No lo expongas, lo lastimes y los tires a los pies de alguien que no puede hacer eso en tu lugar, pues solo puedes hacerlo tú.

Aunque no te lo parezca, más pronto que tarde vas a estar bien de nuevo.

Concédete un tiempo —no demasiado— para pasar el duelo de lo que imaginabas que iba a ser y al final no fue.

Transita con calma por la pena, los recuerdos y la frustración que es normal que sientas.

Obsérvala, estúdiala, quédate con el aprendizaje y luego dile adiós.

Hasta nunca.

La vida sigue y cuentas con la mejor compañía para este viaje: TÚ.

Así que, quiérete mucho, agárrate fuerte y a vivir.

 

 

Imagen destacada de Garon Piceli en Pexels