Mi ex y yo llevábamos 15 años juntos. Hacía ya un tiempo que la convivencia era algo más que difícil, realmente no nos soportábamos. Así que, tras muchas noches de conversaciones incómodas, decidimos divorciarnos. Desde que tomamos la decisión yo me fui a casa de mis padres mientras acordábamos cómo repartir las pertenencias y buscaba con calma un lugar donde vivir que se ajustase a mis necesidades y no me costase un riñón ahora que debía afrontar los gastos con mi sueldo solamente.

El tema económico siempre había sido un problema en nuestra relación, no porque fuéramos muy justos sino porque él tenía aspiraciones grandiosas y no soportaba tener que ceñirse a una vida normal, con una hipoteca normal para pagar un piso normal. Cada vez que alguien de nuestro entorno se iba de vacaciones a algún lugar exótico, si se compraban un coche de más alta gama que el nuestro, si heredaban una casa en las afueras, lo que fuera, traía problemas a nuestra casa. Noches sin dormir buscando precios y opciones de cómo rehipotecar nuestra vida para conseguir algo que no necesitábamos hasta que caía en que no era una opción realista y entraba en una especie de depresión absurda. Cada euro que gastaba (que según él era prescindible) me hacía culpable de su desdicha y la única responsable de no poder cumplir su verdadero sueño (que hoy era una finca con frutales, mañana un deportivo descapotable y pasado un chalé de tres plantas). Evidentemente esto ayudó a estropear nuestro matrimonio, pero había más cosillas que nos hacían difícil el día a día. 

Al terminar la convivencia pero seguir en contacto, empezamos a llevarnos mucho mejor. Me di cuenta de que no había perdido el tiempo, él era buena persona y le quería, simplemente nuestras aspiraciones eran diferentes, nuestros humores incompatibles y nuestra convivencia una bomba. Esto me hacía sentir bien y hacía menos duro el proceso. Buscamos un abogado común para que nos llevase todo el trámite, decidimos amistosamente cómo repartir las pertenencias y acordamos vernos con el abogado cuando tuviera la propuesta de divorcio preparada. Al salir del despacho del abogado yo estaba bastante nerviosa y él me acompañó a tomar una tila. Al pagar decidí comprar un décimo de lotería ya que me había despistado y ese año aún no había comprado ninguno para el sorteo de navidad, como era habitual. Mi ex lo vio, me metió 10 euros en el bolsillo y me dijo sonriendo: “vamos a medias”. 

¿Quién iba a pensar que ese gesto estúpido me iba a traer tantos dolores de cabeza?

Yo me olvidé del décimo en la cartera y me fui a trabajar el día del sorteo, cuando me llama mi ex al trabajo y me dice “¡Que nos ha tocado el gordo!” y yo “¿QUEEEE?” Pedí a mi encargada irme, porque estaba muy nerviosa y no sabía qué hacer. Él vino a buscarme y, nada más llegar intentó besarme. No le di más importancia, pensé que sería cosa de la emoción, pero cuando unos días después acudo al despacho del abogado como habíamos quedado, veo que él no está. Lo llamo y me dice que no va a venir, que ahora que tenemos dinero nuestros problemas están solucionados, que pudiendo cumplir “nuestros” sueños ya podíamos seguir juntos.

Me fui del despacho sin saber muy bien cómo explicarle al abogado la situación y él me advierte que las cosas pueden complicarse bastante. ¡Y tanto! Es que resulta que como nos separamos nos corresponde el 50% del premio y con ese dinero no le llega para la casa que ya había ido a mirar, por lo tanto no solo le rompo el corazón si no la ilusión de tener una casa de piedra de planta baja. Así que me dice que o volvemos juntos o que debo darle mayor porcentaje del premio por romperle su ilusión, que consultó con un amigo y me puede pedir compensación económica por el trauma.

Si tenía claro el divorcio, después de ESTO, más todavía. Solamente siento pena de la relación que pudimos haber tenido y que ahora si nos vemos fingimos no conocernos. Él dejó el trabajo y viajó unos meses sin ningún tipo de control, ahora vive con su madre e intenta que alguien le haga un contrato de unos días para cobrar el paro. Yo sigo con mi trabajo, pagué una parte de la hipoteca que me quedé y vivo como siempre, sin lujos ni preocupaciones, pero decepcionada porque alguien que me conocía tan bien pensase que por dinero podría cambiar mis sentimientos. 

 

Escrito por Luna Purple basado en una historia REAL