Ojalá te hubiera conocido en otro momento. Entonces todo sería mucho más fácil y los dos seríamos libres para dar rienda suelta a lo que sentimos. Pero el destino es así de caprichoso y ha querido que nos encontremos cuando lo nuestro es un imposible. Cuando nuestros corazones ya están ocupados y no podemos ni queremos dejar que lo estén. Porque lo que perderíamos es mucho más que lo ganaríamos, y así, no nos salen las cuentas.

Pero a pesar de ello, no puedo evitar pensar que ojalá te hubiera conocido en otro momento. Porque lo poco que he visto de ti hasta ahora, ha conseguido removerme un poquito por dentro. Lo suficiente como para verte con unos ojos distintos y sembrar en mí un pequeño atisbo de duda. No esperaba encontrarme con nadie más con quien sintiera una conexión como la que tengo contigo. No al menos en tan poco tiempo y sin nada más de por medio que unas cuantas e inocentes cervezas. Pero es así. No puedo ignorar esta realidad aplastante que me obliga a frenar en seco y hacer un cambio de sentido lejos de ti.

Y aquí me veo. Con un terror absoluto por no entender todo lo que está pasando por mi cabeza. Intentando poner una lógica a algo que creo que no la tiene. Luchando por no pensar en ti. En todas las cenas que hubiéramos tenido, los conciertos a los que hubiéramos ido y las tardes tirados en el sofá viendo todas las series en las que coincidimos. Pero eso no es posible. Mi corazón ya está ocupado por alguien a quien lo creas o no, quiero desde lo más profundo de mi ser. Y todavía no puedo entender, cómo has podido colarte sin avisar. Sin ni si quiera estar invitado. Pero lo siento mucho, esta fiesta tiene aforo limitado y necesito que te vayas.

No puedo seguir alimentando algo que sé que sólo nos va a traer problemas. Los dos lo sabemos. Nos estamos quedando anclados en una situación que no podemos controlar y que, en el fondo, no queremos enfrentar. Porque cuando nos miramos a los ojos y nos dedicamos esa sonrisa cómplice, lo entendemos. Sabemos que en otro momento de nuestras vidas podríamos haber encajado a la perfección. Pero no ahora. No en este momento. Pero no podemos evitar sentir lo que sentimos. Por eso, la mejor opción ahora mismo es cerrar esa puerta que se ha quedado entreabierta. No es nuestro momento ni lo que queremos, ¿Para qué alargarlo?

Pongamos tierra de por medio y todas las medidas de precaución necesarias. Quizás en otra vida, en otro país y con otra gente, los astros se alineen y sea nuestro momento. Ese en el que todo encaje a la percepción. Pero no esta vez. Así que lo mejor es dejarlo aquí y que cada uno siga con su camino. Aunque internamente, sin poder evitarlo, no podré dejar de pensar que ojalá te hubiera conocido en otro momento.