Hace unos días, en una de esas tardes de bucear por las redes sociales se me  cruzaron varias veces los pantalones con aberturas frontales, ¿en serio?

La embajadora de esta tendencia y de que yo tiemble por si cuela y se instala en mis tiendas favoritas, es, nada más y nada menos, que Victoria Beckham. Si una tendencia viene de la mano de la Vicky, se queda. O eso dicen.

Total, que yo vi aquello de que esos pantalones iban a ser tendencia y al segundo estaba cruzando los dedos para que no triunfara con la misma fuerza con la que los cruce para que no vuelvan los pantalones de campana y los de tiro bajo. No son necesarios.

No sé si os acordaréis pero los pantalones con aberturas ya los paseamos por nuestras ciudades hace algunos años. Nos comprábamos unos pantalones pitillo o rectos y, ante el horror de nuestras madres, los rajábamos en un lateral para que nos cubrieran el calzado. A mi me encantaba pegarles el tijeretazo en el lado interno. Un tijeretazo directo y de unos 15 cm para que el pantalón quedará acampanado y me cubriera aquellos playeros de skater que traíamos y en los que metíamos calcetines bajo la lengüeta…. pero de esto os hablo otro día, que me voy por las ramas.

Mi madre iba detrás de mis tijeretazos, poniendo aquel desastre curioso porque una cosa es llevar los pantalones con un abertura bien hecha y otra que tus vaqueros estén cortados a mordiscos.

Nos creíamos los más guays y cool del momento con aquellos pantalones rajados que chupaban todo el agua del mundo en los días de lluvia, y os puedo prometer que en Asturias son muchos, y con los que el resto de días, barríamos las aceras.

Ahora, unos años después, cambiamos la abertura del lateral al frontal, nos venden los pantalones con “la raja” ya hecha pero el resultado será el mismo: iremos arrastrando pantalones. Y ya se sabe que no tiene el mismo glamour unos pantalones que arrastran por una alfombra roja en un eventazo que unos que lo hacen en la acera de tu barrio un lunes por la mañana.

Así que, me voy a seguir cruzando los dedos para que esta moda no se quede aunque no pueda prometer que si ha venido para quedarse, no termine cayendo. Que hace unos cuantos años juré y perjuré que nunca me pondría unos pitillos, y ahora que no me los quiten que sin ellos me muero.