Sí, creo en el amor a primera vista. Creo en él desde que le vi por primera vez. Cómo no creer en algo que has visto, que has tocado, que has sentido. Cómo negar la evidencia, cómo no defender al corazón, cómo no hablar de algo que me ha hecho ser quien soy.

Le vi por primera vez con todo su grupo de amigos, iba a cenar con ellos y no conocía a nadie, solamente a mi primo que cargaba conmigo aquella noche porque mi madre se lo pidió y mi mejor amiga. Le vi, le vi de entre todos los demás, a él, solamente a él. Quizá era porque medía casi dos metros y destacaba sobre el resto, no lo sé, el caso es que desde que mis ojos recorrieron su cara supe que nunca jamás me podría librar de esa mirada.

No era guapo, nada de hecho, pero no sé qué me pasó, me pareció el ser más agraciado del mundo. Maldito amor, qué experto es en crear oasis en medio del desierto. Quién me iba a decir a mí que me iría a enamorar a primera vista de un feo, el feo más guapo del mundo, maldita sea.

En cuanto me fui al baño con mi amiga confirmé mi destino fatal ‘tía, te mola el alto, se te nota mazo’. Confirmación inequívoca de que no me estaba volviendo loca, si ella lo veía, cómo no iba a ser verdad.

Pasaron los meses y nos enamoramos, con una dificultad tras otra, era un amor que no estaba hecho para ser real, pero bueno, las dificultades son el quid del romanticismo, ¿no?

Él tenía novia, vivíamos literalmente cada uno en una punta de la península, no teníamos dinero y nuestros padres no apoyaban la moción de financiar el amor de sus hijos adolescentes, ¿por qué sería?

Él dejó a su novia, los dos empezamos a trabajar y yo me crucé toda maldita España para vivir allí, con él, en su misma ciudad. Dejé a mi familia, a mis amigos, a mis clases y me fui al norte a trabajar en algo que no me gustaba para alquilarme allí un piso de mierda y vivir cerca de él. Ay, qué idiota es una a veces.

De eso hace ya más de diez años. No la que escribe no es una quinceañera enamorada, al habla una señora ya con responsabilidades, cuenta bancaria y pagos mensuales. Y sí, sigo hablando de él como si realmente tuviera quince años.

He intentado rehacer mi vida sin él ya no sé la cantidad de veces, he intentado enamorarme, forzar relaciones, aprender a estar sola y vivir rodeada de muchas personas tantas veces que he perdido la cuenta. Pero él vuelve, siempre vuelve.

Es como en la película de ‘quiéreme si te atreves’, por eso la he puesto de imagen destacada. A veces aparece a la semana siguiente, otras veces meses después y ahora, que ha tardado más de tres años en darme señales de que seguía con vida.

Ha vuelto y me ha pedido que me case con él, después de más de tres años de silencio, de muerte, de paz.

No, no es como os estáis imaginando, no hablo de una relación tóxica, pero sí de una relación que nos ha destrozado y que nos ha reconstruido, una relación en la que ya hemos invertido todo lo que teníamos y seguimos buscando recursos que ya no tenemos para intentar revivirla una vez más, una relación hecha para que sea no, pero que siempre acaba convirtiéndose en un sí.

No, no nos vamos a casar. Estoy sacando a flote el amor propio del que no dispongo. Estoy anteponiendo mi razones a su corazón. Estoy mirando por mi, por mi salud y por nuestro futuro.

Pero no, no puedo dejar de pensar, de sentir y de vivir una y otra vez que está mal, que sin él estoy mal.

No me imaginéis, por favor os lo pido, como una mujer débil que necesita de su hombre para salir adelante. Mi vida ha girado siempre, lo único que se ha quedado estancado ha sido mi corazón. Pero yo soy una mujer realizada, a excepción de la parte que ya conocéis.

No me puedo casar con él porque sé que no puede funcionar, nos lo hemos demostrado tantas y tantas veces que yo ya no sé. Pero sin embargo todo ha salido siempre mal por cosas que se escapaban de nuestras manos, él nunca me ha hecho daño por él mismo, yo nunca le he herido por voluntad propia.

Mi mejor amiga me habla de él como ‘amor del malo’, su teoría es que todo el mundo tiene un amor del malo en su vida. Una persona a la que no puede llegar a olvidar del todo jamás, un ser humano que cala dentro de ti y que nunca jamás va a poder salir del todo, una persona con la que todo es tan absolutamente fácil como difícil, una persona con la que eso de que con querer es suficiente, no es suficiente.

No sé muy bien para qué escribo esto, no sé si busco consuelo, desahogo o dos bofetadas. Quizá sólo quiero comprensión. De una forma u otra, gracias por leerme, estaré dispuesta a escucharos.

Perdón por el drama, hoy me duele un poco el corazón, no me lo tengáis en cuenta.

 

Anónimo