¿Qué tiene de malo el que algo sea “puro marketing”? Pues más allá de su apariencia, para mí, no tanto. Me explico.

Estoy de acuerdo con que en muchas ocasiones es utilizada cualquier causa como medio de venta. “Respeto a los delfines de la costa del sur de las Maldivas” y a los diez mil likes, ¡zas! camisetas al canto ¿Alguien se preocupaba por ellos hace 10 años? No, pero ea, que son muy monos los estampados y ahora con el verano fijo que lo petamos.

 

Cada día, las marcas se esfuerzan más por dar visibilidad a más cuerpos: distintas formas, colores e identidades. Cada día, el mundo audiovisual se esfuerza más por ponernos en pantalla más personajes con los que más y más nos vamos sintiendo identificados. Sin embargo, estos esfuerzos a menudo se interpretan como oportunismo. El conocido como pinkwashing (lavado de cara vía hacerse «aliado» de la comunidad LGTBI+ ).

Estamos viviendo el inicio de una revolución. Salimos con fuerza a las calles, hablamos alto y claro. Enfrentamos a los que quieren mantenerse tranquilos, con lo ya establecido, con lo ya oprimido como “verdades como puños”. Si no nos estamos quedando quietos ¿Qué nos hace pensar que no empieza a importar lo que queremos consumir?

¿No lo veis (marcas del mundo)? Todos tendríamos lo que querríamos: ventas, cositas e igualdad

¿Y si el ruido que estamos haciendo empieza a hacer tambalear los pilares en los que han construido sus negocios los últimos cien años? No será por empatía, seguramente sea por interés en la masa que les hemos hecho saber que somos. Los ninguneados, los confusos, los enfermos. Los que no sabíamos qué queríamos o los que no sabíamos encajar ¿Y si somos más de los que esperaban? ¿y si nos hemos unido más de los que esperábamos? Igual, y solo entonces, tendrían que hacernos caso para mantener sus imperios.

Que las campañas nos resulten evidentemente oportunistas, lejos de ser considerado «puro marketing» y malo debiera ser una prueba del efecto que estamos causando: antes a nadie le importaba el diferente, ahora quieren hacer campañas que nos lleguen ¿qué temen? ¿cuántos somos para que nuestro consumo importe tanto para cambiar sus patrones de comunicación, de producción?

Cada vez que enciendo la televisión, me veo bombardeada por anuncios de todo tipo de productos, hoy en día más que nunca. De los de siempre y de algunas cosas nuevas, pero sobre todo de lo de siempre.

Sin embargo, si abro mis redes sociales, cada día hay alguien nuevo haciendo apología de algo nuevo. Si abro una revista, si voy al cine o si voy a cenar con alguien, descubro algo más, más y más nuevo cada vez: ¡Viva! Viva que la heterogeneidad sea the new black.

Pero para que esa heterogeneidad llegue a todas partes, es necesario que esos de siempre nos muestren. Ya sea porque quieran vender más o ya sea porque creen en lo que viene: les necesitamos.

Van a seguir haciendo anuncios y seguirán yéndose a la cama satisfechos con ellos. Qué menos que lo hagan dejándonos satisfechos a unos cuantos más. Que se “vendan” por vender, no estará bien pero sí vendrá bien si lo que logramos es que esos anuncios, esos productos, tengan por fin en cuenta a otra gente.

Por supuesto que la publicidad de detergentes con amas de casa impecables llega tarde; desde luego que las colonias como reclamo sexual huelen a rancio. Ni qué decir cuando no saben ni lo que hacen. Es más, por mucho que cambien, no solo llegan tarde si no que no será suficiente. Pero si quieren cambiar, que cambien. El mundo lo está haciendo.

El impacto televisivo (o en cualquier otro medio) que sí o sí iba a ocurrir me deja más tranquila si ocurre en aras de la diversidad.

Miéntete hasta que sea cierto, o eso dicen. Quizá sea utópico, pero si empiezan a decirse que hacen tallas grandes hasta llegar más allá de la 42 tarde o temprano van a tener que demostrarlo. Y aunque les escueza, si se ven forzados a hacerlo, eso que nos llevamos el resto.

Poco a poco, generaciones renovadas van llegando a las empresas.  Los millenials seguidos de las próximas generaciones, van haciéndose hueco en todo tipo de industrias y su poder (y sus ideales) va llegando. Su poder de hacer publicidad diferente, diseños inclusivos, comunicaciones abiertas.

Esto que digo es sin duda resultado de mi alma hippie, pero realmente creo que estamos entrando para quedarnos y que esto es solo el comienzo. Estamos más cerca no de ser inclusivos con lo que vendemos si no honestos con esa inclusión.

¿Qué algo es ‘puro marketing’?¿Que lo hacen para vender? Bueno, nada nuevo, a eso se dedican; pero cada vez que alguien les compre, nos hará ser uno más.