De todas las cosas surrealistas y locas que me han sucedido en una cita, que un tío me pregunte por mi historial sexual es la más común. El problema es que tenía esta conducta tan normalizada que nunca me había chirriado, pero el otro día algo hizo clic en mi cabeza cuando quedé con Luis, mi último ligue de Tinder.

La historia os la sabéis. Chica conoce chico. Hacen match. Hablan durante una semana. Deciden quedar. Surge la magia. Solo que aquí no hubo magia.

Viernes a las nueve de la noche en una cervecería estilo irlandés del centro. Empezamos a hablar de nuestro trabajo y la conversación deriva en follisqueo y amor. Me pregunta por mi ex.

Debo decir que no me importa hablar de mis exparejas, pero me parece un poco incómodo compartir mi vida amorosa en la primera cita, sobre todo con una persona que no sabes si va a durar un polvo, un mes o una vida. Aun así le contesté.

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Saciar su curiosidad no sirvió de nada porque el interrogatorio fue de mal en peor. Empezó a preguntarme por absolutamente todos los tíos con los que me había acostado. Dónde les había conocido, cuánto llevábamos saliendo hasta acostarnos, cómo eran en la cama, qué cosas habíamos probado… Os juro, yo flipaba ojiplática mientras le daba largas por no mandarle a la mierda.

Citando a Sabina, nos dieron las diez y las once. Yo estaba bastante incómoda por todas esas preguntas y decidí por primera vez en mi vida ser sincera en una cita. Le dije que me iba a marchar a casa porque toda esa retahíla de preguntas sobre mi historial sexual me había incomodado. Para poner la guinda a la noche, el chico demostró con una simple frase que era un imbécil redomado.

“No te ofendas mujer, tendré que ver si la mercancía que compro esta nueva o muy usada.”

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Pasé de la educación a la mala hostia en un milisegundo y le respondí que yo no era mercancía, pero que él era un gilipollas.

Lo peor de todo es que a la mañana siguiente miré el móvil y me había escrito unos veinte mensajes. Al principio en plan amable. “Lo siento, volvamos a quedar”. Al final despertaba la bestia. “Pues tú te lo pierdes, que no eres tan guapa”. Okey, Luis, gracias por tus necesarias declaraciones sobre mi físico.

Así que ahora me pregunto si el problema es mío, del universo o de seguir quedando con tíos por Tinder. Mejor voy a hacerme un análisis de ETS y me ligo al médico, que por lo menos conocerá mi historial sin necesidad de preguntar.