Queridas mujeres del mundo, y del universo (porque que no os engañen, no estamos solos jujuju), quizás ya habéis aprendido a lidiar con mamás-alfa portadoras del conocimiento supremo de la crianza, puede que incluso no os hayáis dejado avasallar por toda la información que un pediatra puede soltar en una sola consulta, pero ¿estáis preparadas para batallar con vuestro entorno día tras día?.

Antes de ser madre, matizo, antes de quedarte embarazada, eres una más. Vives, dejas vivir, saludas, sonríes (si te apetece, porque si tu vecino es un petardo pues no), y listo. Pero, amiga, todo cambia cuando tu barriga empieza a crecer, o como en mi caso (gordibuena alto nivel), cuando todos se enteran de que vas a ser mamá. Porque es entonces cuando los consejos y las barbaridades empiezan a surgir. He aquí algunas perlitas, tomen asiento que falta les hará:

 

Qué bien te sienta el embarazo, bueno, no se te nota porque como ya estabas gorda pues es como si no lo estuvieras”.

Efectivamente, querida vecina anciana a la que siempre he respetado (hasta hoy), soy una gorda embarazada que bien puedo llevar un bebé como una ensaimada ahí dentro. Gracias por sus palabras de afecto y cariño, yo también le deseo todo lo mejor (ironía modo on con dientes dientes).

 

Llevas al bebé en esa mochila entre el pecho, que con tanta grasa se va a ahogar”.

¡Grasa! ¿De qué tipo? ¿Unto?. No me queda muy claro la finalidad de este mensaje que, por cierto, surgió de un desconocido parado en un semáforo. No sé si me quería faltar al respeto de forma gratuita, salvarle la vida a mi hija (what?!) o bien sintió envidia de no ser él el que metiese la cabeza entre mis dos lindos pechos. Yo lo dejo en el aire.

 

¿Y no le has dado el pecho? Pues menudo desperdicio tener esas tetas y no usarlas

Claro, porque todo el mundo sabe que si tienes las tetas pequeñas no sale leche, y si las tienes como dos sandías vas a poder alimentar a todos los bebés del mundo (retomo la ironía). Hay mujeres con poco pecho y lactancias maravillosas, y las hay con dos tetas como dos carretas (servidora) que tuvieron sus motivos para tirar de biberón. No deis explicaciones, ¡next!.

Con ese sobrepeso no sé qué concepto de la alimentación le vas a enseñar a tu hija”.

Ahí, tirando de tópicos. Por todos es sabido que los gordos no sabemos de alimentación y, en cambio, los delgados tienen másters en nutrición y ejercicio físico. Toma hija cómete esta magdalena industrial, que es lo único que sabemos comer las gordibuenas. Si pongo los ojos más en blanco se me van a dar la vuelta.

 

Que no cunda el pánico amigas, os aseguro que los oídos se acostumbran a tanta barbaridad, llegará un día en el que este tipo de lindezas os resbalarán tanto que os dará hasta gustirrinín pasar de todo.

 

Alba Polo