Estoy segura de que, en el fondo de nuestro subconsciente, la mayoría vemos la soledad como algo negativo, como aquello que te queda cuando todos los demás se han ido, como una tarde aburrida de domingo, como un fin de semana sin planes, como el día después de una ruptura. Sin embargo, la propia definición de la palabra lo dice, y es que hay una soledad muy bonita, muy reconfortante, una soledad con la que no todo el mundo es capaz de convivir, y es la soledad voluntaria.

Tendemos a pensar que estar solo significa estar abandonado, pero ‘I can be alone, but I’m not lonely’. Y es que no es fácil aprender a estar solo, empieza por obligarte a conocerte a tí mismo, a quererte, a no aburrirte de tu propia compañía, a combinar momentos de ocio con momentos de relax, a disfrutar de estar rodeado únicamente de tus propios pensamientos. Aunque es un hecho objetivo que no a todo el mundo le gusta su propia compañía…

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Pero ay Soledad, qué bonito nombre tienes

Yo soy una de esas personas que si que disfruta de sí misma, no puedo evitar deleitarme con esos momentos en los que llego a casa y estoy sola y tengo la tarde para mí, esos domingos en los que mi único plan es disfrutar de mi misma y ponerme al día con esas series abandonadas, ponerme mascarillas en la cara y exfoliarme el cuerpo, y cuidar mis uñas, porque es mi momento, es para mí y no necesito más compañía que buena música. Y un buen libro. Y velas también, pero de las que huelen, de las que cuando entras en la habitación piensas ‘Mmmmm, pero qué a gusto se está aquí…’

Pero ¿por qué es tan difícil aprender a convivir con la soledad?, ¿por qué preferimos estar con gente antes que estar solos? Cuando estamos bien queremos compartir nuestra felicidad con nuestra familia y amigos, exprimir hasta el último segundo de esa felicidad, por si se acaba… Y cuando estamos mal necesitamos estar rodeados de gente, de conversaciones que nos hagan olvidar el motivo de nuestra desgracia, o de amigos que nos digan ‘No merece la pena seguir dándole vueltas a este tema, vamos a tomar otra cerveza’¿Y si la realidad fuera que sólo nos necesitamos a nosotros mismos?

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Cuando estamos solos nuestra mente y nuestros pensamientos se disparan, van de un lado a otro, salen temas que teníamos olvidados y pensamos, pensamos, pensamos, sin verbalizar nada, quedándonos con esos pensamientos únicamente para nosotros. Y es difícil, no siempre queremos pensar en esas cosas que estamos intentando mantener encerradas en nuestra cabeza, pero es necesario, nosotros mismos somos quienes mejor nos conocemos, quienes sabemos más que nadie lo que queremos y lo que no, quienes tenemos las respuestas a todas nuestras preguntas.

Y cuesta, lo sé, cuesta dejar de lado ciertos planes para quedarse en casa, pensando, dándole vueltas a la cabeza, recordando, pero es necesario. Aprendamos a conocernos, a querernos, a ser felices cuando estamos solos, a cuidarnos, por dentro y por fuera, a bailar con la música a todo volumen delante del espejo, a respetarnos, a disfrutar de la soledad, a no sufrir cuando parece que no tenemos planes porque ¿hay algún plan mejor que aprovechar y disfrutar nuestra propia compañía?