Cobarde. Sí, eso es lo que eres. Corre y llora, maldita cobarde. Huye. Escóndete. Vete a donde nadie pueda herirte. ¿Es eso lo que quieres? Crees que eres muy inteligente haciendo lo que haces, que has encontrado la estrategia perfecta para vivir. Ve pasando por encima de la gente, muy superficialmente; coge lo que quieres, lo que crees que quieres, y vete, vete lejos. No mires atrás, no vuelvas, no lo recuerdes como algo particular, sino como otra de tus anécdotas. Una más, y otra más, y otra, y otra… Ninguna tiene rostro, ni nombre. Quizá a veces se lo quieras poner para comparar y presumir de tener muchas y variadas historias que contar. Porque crees que eres mejor que los demás, porque se te hincha el pecho al ser el centro de atención cuando las cuentas. Vas de jefa, de maestra: «Venid y escuchadme, yo os enseñaré. Vivo mejor que antes y vivo mejor que vosotras, atendedme y aprended y podréis ser como yo». Y crees que eso es estupendo. Menudo fenómeno estás hecha.

Pero a veces dudas, ¿no es así? A veces te descuidas y dejas entrar ideas tontas, pensamientos indeseables… Quizá podría estar bien si me lo planteo, quizá ya ha pasado bastante tiempo, igual me viene bien, igual es buen momento, igual es divertido y, oye, ¿por qué no cambiar de historias?… Y hasta aquí hemos llegado. Cuidado, que nos lo hemos planteado, pero de aquí no pasa. Ni hablar. ¿Por qué? Porque vuelve a cerrarse esta maravillosa coraza que te has puesto. Te queda divina, está hecha a medida, seguro que es rosa, ¿a que sí? A veces se descoloca y se abre un poco para que esos despreciables pensamientos entren, pero, afortunadamente, ¿verdad?, se cierra enseguida. Se cierra, de hecho, de forma bastante estridente, con mucho ruido. Pero ese ruido es tu canción favorita. « ¿Estás loca?, ¿y volver a pasar por ahí? ¿Sabes la cantidad de sufrimiento que trae eso detrás? ¿Pero eres tonta, es que no aprendes? ¿Quieres volver a sentirte así? No seas boba, imagina todo lo que puedes ahorrarte: la inseguridad, los celos, las paranoias, los ataques, el victimismo, el dolor… » El dolor, el dolor, el dolor. Porque a grandes rasgos es eso. El dolor. Es básicamente de lo que llevas años huyendo. Y sigues escuchando con deleite tu canción. «Y aparte de lo que te ahorras, piensa en lo bien que quedas ante los demás una vez más. Sigues siendo alpha, sigues siendo la jefa, la maestra. Lo tienes dominado, chica. Una vez más te pedirán ayuda, te pedirán consejo. Porque es admirable lo que haces, joder. Pasas de lo que todo el mundo busca, estás por encima de eso. Eres mejor que eso. Ya sabes lo que hay detrás y eres muy lista y no vas a repetir.»

Pero quiero repetir. ¿Quiero repetir? Ay, amor, ¿y ahora qué hacemos? Una lista de pros y contras estaría bien, ¿no? No. No lo olvides nunca: dolor, dolor, dolor. Corre. Otra vez. Escóndete en ti misma, mujer del siglo XXI, eres demasiado estupenda para esto. Pero sabes que aunque los demás lo crean, tú no. Lo intentas, eh, que nadie lo dude; pero no funciona. Tú y tu cantarín doppelgänger hacéis una pareja preciosa. Ella te canta lo que quieres oír y tú intentas creértelo muy fuerte. Magnífico. Pero ambas sabéis la verdad, y la verdad es fea. La verdad es que no eres una jefa, no eres la maestra que hace lo que hace porque la experiencia le ha enseñado mucho de la vida y ahora está por encima de los deseos mundanos. La verdad, la única verdad de todo esto es que eres una maldita cobarde. Has llevado, de hecho, la cobardía a límites insospechados. Has hecho de ella un modo de vida tan natural que casi, casi te lo has acabado creyendo, pero en el fondo sabes lo que hay. ¿Y te compensa? Es cierto que llevas unos cuantos años sin experimentar ese dolor que tanto te aterra, pero también llevas años sin experimentar básicamente nada que merezca la pena de verdad. Aquí está la gracia del asunto: no tenemos claro si compensa o no. Y no lo vas a tener claro nunca, déjame que diga las cosas claras. No lo tendrás claro nunca, si cada vez que te permites plantearte esta duda, sales corriendo. Pero claro, ¿qué más podemos esperar de ti aparte de salir corriendo? De sobra sabemos que eres una profesional de eso. Quizá algún día encuentres la respuesta, pero hasta entonces huye, cobarde.

Autor: Margarita  Ilyich