Hola, soy Troy McLure soy Ceci Wallace. Tal vez me recuerden por otros artículos del estilo como ‘Qué asco de gordas’ o ‘Los follagordas’ en los que ya he hablado abiertamente de follar. Porque sí, en contra de lo que muchos (aunque parezca increíble, demasiados) piensan, las GORDAS TAMBIÉN FOLLAMOS.

Así que sí, yo hoy he venido aquí a hablar de FOLLAR. Concretamente, de follar estando gorda. Porque hijas mías, si pensaban ustedes que con el hecho de no encontrar ropa de nuestra talla o aguantar insultos por la calle ya teníamos suficientes problemas, resulta que no, que hay más. Muchos más. Problemas y miedos asociados a nuestra oronda talla y figura que, inevitablemente, nos acaban persiguiendo una y otra vez, en cada ocasión que nos surge de echar un polvo.

Miedo #1: QUE NO LE GUSTE MI CUERPO.

Si es que esto es un clásico ya, ¡qué os voy a contar, mis queridas gordas sufridoras! Ese puto miedo de resultar horribles a alguien que nos gusta y al que nos queremos tirar es lo más común del mundo y todas lo sufrimos. Es más, ese miedo lo tienen hasta las flacas. El momento de deshacernos de la Spanx, del vestido anti-lorzas estratégicamente escogido para la ocasión, de los tacones que estilizan (?) y, de repente, quedarnos sin nuestras bragas talla 50 y nuestro sujetador 100G y todo lo que antes estaba recogidito bajo la ropa, ahora se esparce y se libera alegremente ante la inevitable acción de la puta gravedad. No importa que te hayas depilado perfectamente o que te hayas hecho un corazoncito con los pelos del coño, probablemente tu barriga no le dejará ver nada hasta el momento en que se acerque bien (cosa que esperas que haga como agua de mayo, por otro lado). Menos mal que acostadas todo se aplana… o se va hacia los lados.

La cuestión, queridas mías, es que si hemos llegado hasta aquí, si ambos habéis mostrado interés y ganas de que llegara este momento, ÉL YA SABE QUE ESTÁS GORDA. Nadie en su sano juicio nos ve y espera que desnudas no tengamos una estría ni celulitis ni lorzas acolchaditas o las tetas mirando pal suelo. Pero es que DA IGUAL. Porque le ponemos aquello como un bate de béisbol, porque nos desea tanto como nosotras a él, y porque ni que él fuera Brad Pitt, no me jodas. Somos adultos y hemos venido aquí a pasarlo pipa, ¡así que olvídate de los complejos y al lío!

Miedo #2: MUERTE POR APLASTAMIENTO.

Todas las que superamos la cifra de los 100 kilos hemos pensado eso alguna vez. Todas hemos visto los titulares en el periódico del día siguiente: ‘Muchacho de 32 muere aplastado por una mujer obesa que conoció en Tinder cuando intentaban cambiar de postura durante el coito’.

Pero que noooooooo, amigas, ¡que no! ¡que no pasa nada! Os lo prometo, que no estamos destinadas al doggy style o al simple misionero durante toda la vida (o hasta que bajemos de peso) por miedo a aplastar a nuestro macho. Os prometo que nos podemos poner encima y darlo todo ¡como jinetas del agordalipsis!

De aquí al Circo del Sol

 

Miedo #3: NOS CREEMOS QUE ÉL SÓLO ESTÁ PENSANDO EN LO GORDAS QUE ESTAMOS

Absolutamente a todas nos da miedo esto. Nos creemos que ese hombre, con un manubrio entre las piernas a punto de explotar, de repente sólo está pensando en lo gordas que estamos. ‘Estoy cachondo como un mono con esta tía que me pone tanto, pero qué pena… si adelgazara unos kilitos estaría mejor’. Pues sí, no os lo voy a negar, es bastante probable que muchos tíos hayan pensado eso alguna vez estando con una gorda… pero la mayoría de las veces no es así, porque si pensaran así, no estarían contigo. Es tan simple como eso. ¿Por qué no nos dedicamos mejor a concentrarnos en nuestras sensaciones y en lo que podemos hacer juntos en vez de estar intentando leerle la mente al colega? A no ser que te mole eso de hacerte pasar por personajes durante el sexo, y te ponga cachonda meterte en el papel de Esperanza Gracia… NO SÉ QUÉ COÑO ESTÁS HACIENDO. ¡Céntrate en lo que estamos, hija mía! Ese hombre está ahí contigo porque le gustas, porque le pones, porque tienes mil cosas que le encantan ¡y ya está! Qué pena que nos cueste tanto dejar la mente en blanco y disfrutar…

Gabourey la puta ama

Miedo #4: MIEDO A CANSARTE ENSEGUIDA

Muchas gordas van al gym y se mantienen en forma como la que más, pero luego hay otras, como yo, que lo más de ejercicio que hacen es levantar el Big Mac y llevarlo a la boca. Y no, no me enorgullezco y os juro que estoy intentando cambiarlo, pero bueno… de momento es lo que hay. Así que, como es lógico, uno de nuestros mayores miedos es ponernos encima -con lo que nos ha costado armarnos de valor para hacerlo- y que a las dos cabalgadas ya se nos salga el corazón por la boca del cansancio. El truco está en ir despacito y poco a poco aumentar la intensidad. Nadie espera que movamos el culo como Alexis Texas. Somos tías normales y esto de los movimientos sexuales tiene más que ver con la habilidad de cada una que con el peso, pero todo se aprende en esta vida y lo que hace falta es práctica. En cualquier caso, ve poco a poco y cuando veas que estás cansada y no puedes más, sugiérele de la forma más cachonda que se te ocurra que cambien de postura a otra en la que puedas descansar un poco… y aquí no ha pasado . A lo mejor no somos las más rápidas del oeste pero les aseguro que tenemos muchos otros trucos que vuelven loco a cualquiera. ¡La necesidad aviva el ingenio!

Nadie espera que hagamos esto, caris.

Miedo #5: MIEDO A NO PODER HACERLO EN SITIOS POCO ESTABLES

Yo no sé quién quiere follar en una hamaca, una silla, un lavabo o cosas así, teniendo la infinita comodidad de una cama, pero bueno, si te tocó un aventurero, ¿qué le vamos a hacer? Procura que sean cosas estables, al menos. Nada de follar como conejos en la silla ADDE de Ikea, de 9.99€ porque lo más seguro es que acabes con la cabeza abierta en canal. Y si te quiere subir a la encimera o al lavabo, que sea para dos besitos guarros y dos tocamientos y en cuanto puedas HUYE hacia lugares más seguros y estables que no pongan en peligro tu integridad gordil, ¿vale? En cualquier caso, si ocurre la tragedia y acabáis tirados en el suelo, lo mejor es tomárselo con mucho humor y que las risas disipen cualquier pensamiento chungo sobre tu peso y tu culpabilidad en el asunto. Esconder la mierda bajo la alfombra, le llaman.

Yo no sé si a ustedes se les ocurren más miedos que podamos tener las gordas a la hora de practicar la guarrerida española pero si es así, ¡esperamos vuestros comentarios! Desde luego lo único que podemos hacer mientras le rezamos a San Judas que la dieta de la piña por fin haga efecto, es tomárnoslo todo con mucho humor y olvidarnos de complejos, coño, que aquí hemos venido todos a follar, y a nada más.