Según los datos de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, una de cada diez mujeres ha sufrido algún tipo de agresión sexual desde los 15 años de edad y una de cada veinte ha sido violada. Estas cifras solo recogen un pequeño porcentaje de todos los casos de violencia sexual ya que no incluyen las agresiones a hombres ni las ocasiones en las que la víctima no ha informado sobre la agresión.

Uno de los motivos por los que algunas víctimas prefieren no denunciar es la tendencia de la sociedad a cuestionar su participación en la agresión. En pleno siglo XXI, todavía existen estereotipos sobre las violaciones que afectan negativamente a la credibilidad de la víctima y a su recuperación psicológica. Culparla por lo ocurrido y quitar importancia al delito puede reforzar sentimientos como la autoculpa, y al mismo tiempo quitará responsabilidad a la sociedad y al agresor.

Según un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona, son más creíbles las víctimas de sexo femenino, jóvenes, vírgenes o violadas por un desconocido; mientras que se tiende a poner en duda el testimonio de hombres adultos y mujeres con sobrepeso, poco atractivas, que han estado bajo tratamiento psiquiátrico, con antecedentes delictivos, prostitutas y con adicción a las drogas. Asimismo, la empatía con la víctima, la experiencia personal y la previsibilidad del ataque, pueden afectar a la atribución de culpa. No resistirse durante el ataque (aunque se esté amenazando a la víctima con un arma o se encuentre paralizada por el miedo) y no sufrir un daño físico considerable puede llegar a interpretarse como una señal de consentimiento.

La psicología social ha propuesto dos explicaciones para que comprendamos algunas situaciones donde se culpa a la víctima.

  • Hipótesis de las atribuciones defensivas

Culpamos a la víctima para evitar pensar que la agresión nos puede pasar a nosotros o a nuestros seres queridos. Esta creencia está relacionada con la similitud entre nosotros y ella. Si somos parecidos, culpar a la víctima es reconocer que nos puede pasar lo mismo.

  • Teoría del mundo justo

Necesitamos creer que el mundo es imparcial y que la gente tiene lo que se merece. Si eres bueno te pasaran cosas buenas y si eres malo acabarás jodido. Si creemos que la víctima no se merecía lo que le ha pasado, asociamos la agresión con errores aislados o simplemente mala suerte.

Otra explicación está de la mano del sexismo que hay presente en la sociedad actual, tanto en hombres como en mujeres. Un sexismo que aprendemos cuando somos muy pequeños y que puede ser más contagioso que un herpes.

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Como dice Nacho Vegas, “cuando digo no es no”

Los estereotipos que hay alrededor de las violaciones y su influencia en las creencias de la gente deberían ser motivo suficiente para que se apliquen más medidas de prevención y concienciación. La técnica del avestruz no funciona, mirar para otro lado solo hará que el número de víctimas aumente.

No hay faldas cortas, sino mentes estrechas.