Lo más difícil de escribir este post ha sido ponerle el título. Porque el título más honesto es también despiadado. Pero si para algo hemos de escribir, que sea para ser honestas. Porque así, tal cual: despiadado y triste ha sido el final de Amaresh.

Alguien una vez decidió qué era lo normal y qué no. Cómo de delgada debes estar, qué debes comer, a qué edad debes ser madre, cuánto tiempo tienes que amamantar… Una lista de reglas e instrucciones convertidas en corsé para tu cuerpo y tu mente. Y desde que esa lista existe, si no cumples, si no obedeces, cualquier cosa que te pase será tu culpa. La base de todo lo malo que te ocurra, radicará en tu diferencia.

Os voy a hablar de Amaresh. Una chica de veinticuatro años que pesaba 125 kilos.

Una vida de dietas encadenadas y ejercicios infinitos, peleando contra una enfermedad que la hacía coger peso de forma descontrolada. Que incluso, como ella misma contó una vez, estando ingresada en el hospital y sólo con suero, la hizo engordar cinco kilos en una semana. Un tipo de obesidad mórbida irreversible, pero paliable mediante una cirugía que le habría salvado la vida y que no le terminaban de conceder. Una cirugía por la que ella peleó contra el Servicio de Salud con uñas y dientes, sin que le hicieran caso. Ella lo tenía claro: en octubre dijo, firme y convencida, que moriría en poco tiempo si seguía así. Se me saltan las lágrimas al intentar imaginar si ella era consciente de cuánta razón tenía.

Pero nadie hizo caso de Amaresh. No la operaron porque “no era urgente”, así que la metieron en una lista de espera de diez años. ¡Diez años! Porque no era una cuestión de salud, sino de que era una chica gorda y acomplejada que quería adelgazar sin esfuerzo.

Si tan sólo alguien hubiera entendido que su peso no era la causa de su enfermedad, sino la consecuencia. Si alguien hubiera visto más allá de su etiqueta… Si tan sólo alguien hubiera visto algo más que a la chica gorda… Pero no, porque estaba gorda, y si estás gorda es culpa tuya, que seguro que no te cuidas una mierda. Que lo que tienes que hacer es dejar de comer hamburguesas y apuntarte a un gimnasio. Estás así porque te lo has buscado, porque lo has elegido. Ahora no te quejes y no vengas lloriqueando, que tienes lo que te mereces.

El día de año nuevo, la vida de Amaresh se apagó. No habrá un nuevo año para ella. No habrá más dietas, más esperas, más oportunidades. No hay más tiempo para Amaresh.

No te salgas de la norma. Hazlo todo como yo te ordene y estarás a salvo. Obedece y, después, repite conmigo que eres libre… Ya veremos a qué le echamos la culpa cuando la realidad nos estalle en la cara.

A Amaresh ser diferente le ha costado la vida. Y no, no ha sido culpa suya.