Nota informativa. Este post no es una crítica a los nutricionistas o especialistas en salud en general, sino a aquellos que creen que conocen todo el historial médico de una persona por una simple foto donde se marcan sus michelines o un artículo que incluye la palabra plus-size y, deliberadamente, juzgan, critican e insultan a quien está detrás de la foto y a toda la comunidad que lucha a favor de la autoaceptación. Fin del comunicado.

No falla, cada vez que leo un artículo en el que aparecen fotos de mujeres gordas, encuentro ese comentario. Normalmente lo aderezan con un discursito sobre la salud en el siglo XXI, el gran mal que es la obesidad y el peligro de las campañas body-positive, porque para ellos –gente corta de miras– la visibilidad de los cuerpos no normativos y la lucha por la aceptación son el anticristo, o en sus palabras: «apología de la obesidad”. Thanks for the info.

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Huid, nutricionistas, no miréis atrás.

No habéis entendido una mierda. No me voy a explayar mucho, si todavía no comprendéis en que consiste el movimiento body-positive es porque no queréis, y no seré yo quien os haga cambiar de opinión. Esto, queridos míos, no es apología de una enfermedad. Lo que WeLoversize, junto con decenas de bloggers y campañas, intenta transmitir es la importancia de “trabajar por lo que quieres mientras disfrutas de lo que tienes”. ¿Y qué quieren las personas gordas que se apoyan en el movimiento WeLoversize?, os preguntaréis. Pues, entre otras cosas, algunas quieren eso a lo que tanto apeláis. Salud. Subir unas escaleras sin cansarse, bailar durante toda la noche sin sofocos, no tener problemas en las articulaciones, o ir a una revisión médica y salir orgullosos. Pero ojo, por mucho que os sorprenda, hay personas gordas que corren más que yo, que gasto una M del Zara. ¿Os he descubierto América? Pues seguid leyendo porque hay personas de 90 kilos con una analítica tan hermosa que, señores nutricionistas, hasta vosotros la enmarcaríais si no conocieseis su I.M.C. –un número que parece ser vuestra Biblia, miedo me da el día que descubráis el desfase que lleváis basándoos solo en eso–. Igualmente, esos gordos tan sanos también quieren salud a largo plazo, pero no solo eso, la autoaceptación va más allá. Quieren dejar de sentirse como una mierda cuando ven su reflejo en los espejos del gimnasio, quieren encontrar la fuerza necesaria para controlar su ansiedad y no recurrir a la comida como calmante, quieren que la gente deje de llamarles “vagos” cuando detrás de su talla 58 hay un problema hormonal, quieren dejar de escuchar frases como “si fueras más delgado…”, quieren olvidar el miedo a una cita a ciegas por si la otra persona finge no haberles visto, quieren comprar ropa de su talla sin tener que gastarse 15 euros en gastos de envío, quieren que no les señalen con el dedo ni susurren a sus espaldas, quieren que sus hijos no sufran el acoso por el que ellos han pasado, y quieren que personas como vosotros, que os sentís muy valientes detrás de una pantalla de ordenador, dejen de juzgar su vida entera sin conocer el más mínimo detalle.

Esas personas conocen mejor que vosotros cuales son las limitaciones que su peso impone y el mensaje body-positive no va hacer que olviden lo que durante años, la sociedad y sus complejos, les han recordado constantemente. Mientras trabajan duro para vencer una lucha contra ellos mismos y contra el estigma impuesto por gente como vosotros, WeLoversize les recuerda que no son “la mierda” en la que queréis convertirles. Son personas capaces, fuertes, singulares, perfectamente imperfectas y, sobre todo, preciosas, por dentro y por fuera. Mujeres con celulitis, que son marcas de tigresas. Hombres con michelines, que son tan sexys como los bíceps marcados. Pero también lo son las chicas que han pasado toda su adolescencia escuchando como les llamaban “bichos palos”, “anoréxicas” o “esqueletos” cuando no engordaban ni queriendo o los chicos de metro cincuenta que han escuchado una y otra vez “que las tías los prefieren altos”. Aquí hay cabida para todas las personas que, alguna vez, han perdido la batalla contra sus complejos, para que entiendan de una vez por todas que la felicidad no tiene talla.

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Ser especialistas en salud no os da ningún privilegio para faltar al respeto a una persona por su peso o su condición física, no os hace conocedores de la verdad absoluta, y no os concede el superpoder para juzgar a quienes superan el “normopeso” por unas circunstancias que ni conocéis ni entenderíais aunque lo hicieseis. Os pasáis cursos estudiando la obesidad, pero tratáis a quienes padecen esta enfermedad como “leprosos”, “vagos” y “repugnantes”. ¿Por qué? Porque no tenéis empatía, algo que, a la vista está, no se enseña en ninguna universidad ni se adquiere con un título. Queridos nutricionistas, yo soy psicóloga, estudio los problemas mentales y también la obesidad junto con las implicaciones que supone en aquellos que la sufren, y como superconsejito del día diré que tal vez os hace falta un cursillo para entender que un buen profesional no juzga a sus pacientes cuando sabe perfectamente por lo que están pasando –no hay que olvidar que sois nutricionistas, sabéis de lo que habláis–. Jamás se me ocurriría criminalizar o juzgar una enfermedad, justificando mi falta de respeto con un “soy psicóloga y sé de lo que hablo”, porque sí, sé que la depresión –por ejemplo– es uno de los mayores trastornos que asolan la sociedad actual, pero también soy capaz de ver que quienes la sufren en sus carnes están inmersos en un proceso de culpabilidad, tristeza y ansiedad, entre otros sentimientos. Ese mismo tacto deberíais tener vosotros con aquellos trastornos que tan bien creéis conocer, y es que no es lo mismo leer lo que supone la obesidad en un libro de texto que tratar con personas limitadas por su enfermedad a nivel físico y psicológico. Tal vez necesitáis eso, entender un poquito mejor y callar la boca bastante más.

Nutricionistas del mundo entero que tanto tenéis que decir porque tanto creéis saber, ¿y si aprendéis a hablar sin criticar cuando nadie os está pidiendo opinión? Es por salud –mental, al menos–, que yo soy persona y sé de lo que hablo.

Imagen destacada: Tess Holliday para Buzzfeed.