(María RM)

La primera palabra de nuestras criaturas suele ser un gran acontecimiento en muchas familias, aunque en la mayoría de los casos no corresponda a una realidad; es decir, que nuestro pequeño retoño dirá algo parecido a una palabra que nos suena sin asociarle el significado real. O quizá sí, pero es “galleta” y no el “m(p)amá” tan esperado.

En cualquier caso, cada familia reacciona de manera diferente a este enorme paso que dan nuestros pequeños. ¡¡Analizamos!!

Quien necesita oírlo más de una vez

La primera palabra de su hijo le pilla de improviso y necesita escucharlo otra vez. “Repite, por favor, repite”. Lleva esperando ese momento desde el embarazo, no acepta habérselo perdido y exige a su bebé de seis meses volver a repetir su balbuceo incompresible.

Los que no se enteran de nada

El crío tiene su propio idioma. Sus progenitores hacen el esfuerzo por entenderle, pero son incapaces de traducir ni una sola palabra; de esta manera, juegan a las adivinanzas. “¿Quieres jugar?”, “¡Tienes hambre!”, “Creo que será el pañal”. Alguna vez acertarán.

Exagerados

Aquellos que consideran que cualquier balbuceo indescriptible es una palabra. “Es que mi bebé empezó a hablar con 4 meses”, aseguran. A Harvard sin pasar por primaria. Claro que sí. Lo publican en redes sociales y envían un mensaje de difusión a todo quisqui para anunciar la buena nueva.

Las/os m(p)adres exagerados abundan más de lo que nos gustaría reconocer; además, inician una especie de competición con otros niños, ya no solo en el aspecto del habla, sino en cualquier plano que conlleve desarrollo físico y cognitivo de los niños. Tóxicos, tóxicos.

Exigentes

En el otro extremo de los “exagerados”, encontramos las familias que no tienen ninguna prisa. Prefieren contabilizar la primera palabra de su bebé cuando ya la pronuncia a la perfección y sabe a ciencia cierta lo que significa. “Bagua” no es “agua”, por lo que hacen caso omiso a la petición de hidratación de su pequeño aprendiz.

La madre que solo acepta “mamá”

El niño ya hace frases completas, reseña libros y analiza películas, peeero… no dice “mamá”. Y esta mamá está muy ofendida. Ella, que lo llevó en su vientre durante 9 meses, que le dio la vida y su potorro no ha vuelto a ser el mismo desde el día del parto, no supera que su criatura no pronuncie “mamá”, pero sí cualquier otra cosa.

Necesitan que diga “algo”

Les da igual, cualquier cosa les vale, pero que su bebé diga “algo”. Lo que sea para poder grabar e inmortalizar el momentazo. Móvil en mano, esperan una palabra que suele llegar en cuanto se dan la vuelta y el niño se siente con la libertad de expresarse libremente.

La familia de instructores

Desde el hospital entonan canciones con vocales. Con el paso de los meses, se apoyan en tablas de grafología y en programas educativos de la tele, además de todo tipo de juguetes electrónicos que taladran el cerebro con enseñanzas dudosas sobre el abecedario y los números hasta el billón.

 

Tranquila si tu bebé aún no dice “m(p)amá”. ¡No te preocupes! Tampoco sufras: te vas a cansar de oírlo. Vas a desear volver a los balbuceos…