Están las personas a las que se les olvida la mascarilla, las que se dejan las llaves puestas por  dentro y luego estamos las que nos olvidamos de nuestra discapacidad.  

Imagino, que así de primeras, te parece algo imposible, pues yo te lo explico. 

Debido a una lesión en el sistema nervioso de mi pierna, tengo que ayudarme de un bastón  para caminar en exteriores y que me ayude con mi equilibrio.  

La rehabilitación y la medicación han conseguido que pueda caminar por casa sin él, bueno  también influye el vivir en una casa pequeña, ya que si voy a caerme siempre tengo una pared  cerca a la que agarrarme. Seguro que los cojos que viven en mansiones lo tienen más difícil  que yo, o eso es lo que me digo cuando compruebo el dinero que tengo en la cuenta. 

¿Por dónde iba? Ah, sí, se me olvida que soy coja. 

Por las mañanas cuando voy a sacar a mi perra me pasa mucho. Le coloco el arnés, le  engancho la correa, cojo el móvil, las llaves, las bolsitas de cacas, la mascarilla y salgo por la  puerta. Sí, como lees, me acuerdo de la mascarilla y me olvido del bastón.  No es hasta que doy tres pasos y llego a la escalera que me doy cuenta de que me falta algo  y tengo que volver de nuevo a casa. 

También me pasa en restaurantes; en el metro, que voy hacia la puerta para salir y tengo que  retroceder; y en cualquier contexto que se os pueda ocurrir, allí también. 

Es algo que no puedo evitar. Menos mal que mis amigas ya saben que me pasa y siempre se  adelantan y me dicen: «Esme, recuerda que eres coja».  

Y tú que pensabas que eras despistada… 

¿Qué es lo que siempre olvidas?

 

Esmeralda Romero