Hace algo más de un año que hice un intercambio de parejas con mi chico.

Os pongo en situación, llevo más de 8 años con mi chico y tenemos un nene de 3 años.

Y si corazones, el sexo se resiente MUCHO.

Yo era de esas que decía y juraba «Haré todo lo que esté en mi mano por dedicarnos tiempo, por no perdernos como pareja». Y la realidad es que cuando tienes un hijo las cosas se escapan a tu control. Los días pasan y ni si quiera entiendes cómo puedes hacer para volver a tener ganas de echar un polvazo con tu chico.

Después de dar a luz, estuve poco más de un año que mira… es que no quería ni que me hablara de sexo. Y te lo dice una golfa suprema de las que le ponía el coño en la mesa de la cocina y le pedía que me diera orgasmos después del café.

Los dos éramos muy felices con nuestra vida sexual y nunca antes nos habíamos planteado hacer un intercambio de parejas ni nada por el estilo, la verdad es que no éramos aventureros, pero disfrutábamos mucho juntos.

Yo siempre tuve mucho apetito sexual, sobre todo con él, porque chica… es que me lo hacía muy bien.  Incluso durante el embarazo, follábamos casi todos los días. Pero fue llegar nuestro nene y se acabó lo que se daba.

Y un año no es una exageración de tiempo, os dejo un artículo interesante que habla sobre esto.

Al de un año y dos meses empecé a sentirme más cómoda con la idea de recuperar nuestra intimidad. Me sentía mejor conmigo misma, tenía algo más de tiempo y bueno, en términos generales creo que ese fue el tiempo que tardamos en acostumbrarnos a la vida de padres.

¿Cómo llegamos a plantearnos intercambio de parejas? Mira… nuestra vida sexual empezó una noche en la cama. Me empecé a masturbar a su lado, el se dio la vuelta y entonces echamos el primer polvo como papis. Nada, una mierda chicas, una mierda pinchada en un palo.

Muy rápido, en silencio y cómo si nos estuviéramos escondiendo de algo.

Con el paso de los meses yo fui recuperando mi apetito sexual y empecé a buscar más a mi chico, pero los polvos siempre acababan siendo en la cama, antes de ir a dormir y rapiditos.

Lo intentamos todo, pero no fue sencillo. No era ni culpa mía ni culpa suya, estábamos oxidados, metidos en rutina y no había manera de recuperar el sexo frenético que un día tuvimos.

Así que se me ocurrió una idea, hacer un intercambio de parejas.

Lo planteamos como una experiencia divertida y nueva que nos podría desoxidar. A los dos nos gustó la idea y allí fuimos.

El ambiente era relajado, nos tomamos unas cuantas copas y antes de que pudiera darme cuenta, estaba tumbada boca arriba, mientras un desconocido me comía el coño. Mi chico estaba follándose a otra chica a 4 patas mientras me miraba fijamente.

Nos excitamos tanto con la situación que mi chico se acercó a mí, comenzó a comerme el coño con el otro chico y acabamos follando salvajemente los dos solos mientras la otra pareja nos miraba con cara de «Nos hemos venido hasta aquí para acabar follando con nuestra pareja»

Fue espectacular, no os lo podéis imaginar. Después de tanto tiempo, pudimos estar los dos completamente desnudos, mojados en aceite totalmente sometidos a nuestros deseos más físicos y sin estar pensando en nada más.

¡FUE INCREIBLE!

No le sacamos mucho partido al intercambio de parejas, pero aquel fin de semana dejamos a nuestro nene con mis padres y al llegar a casa seguimos follando y nos pasamos el fin de semana desnudos, cocinando, escuchando música y follando como si nos fuera la vida en ello.

Seguíamos siendo nosotros, no nos habíamos perdido, sólo nos habíamos oxidado un poco y el recuperar esa conexión con mi chico le dio aún más sentido a nuestra familia.

Llevaba meses viéndole como el padre de mi hijo pero aquel fin de semana volví a verle como el amor de mi vida que además es el mejor compañero sexual que he tenido jamás.

Y por qué no decirlo, volví a enamorarme un poco más de él. Las copas de vino blanco desnudos en el salón, la música y la luz tenue… Parece mentira que tuviéramos que hacer un intercambio de parejas para recordarnos lo que somos. Pero así fue.

Desde entonces, nos reservamos un fin de semana al mes, para aunque sea por una noche hacer una pequeña escapada a algún pueblo cercano y dedicarnos ese tiempo a nosotros, a nuestra conexión y de nuestra magia.

Y créeme, gracias a aquel intercambio de parejas estoy teniendo el mejor sexo que he tenido en toda mi vida.

Anónimo

 

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