Hemos interiorizado que hacer el ridículo es algo que debemos evitar. Hacer algo que provoque la risa de quienes nos rodean merma nuestra autoestima, nos hace sentir que somos inferiores, que eso que hemos hecho mal una vez, automáticamente, siempre nos va a salir mal.

Esta huida del ridículo aparece en muchas escenas de nuestra vida. Por ejemplo, cuando estás en clase, se hace una pregunta, crees saber la respuesta… Pero no, mejor no levantar la mano, no sea que te equivoques y toda la clase se ría de ti. O cuando estás conociendo a alguien especial. ¿Cuántas veces has medido tus palabras por gustar, por no parecer esto o aquello?

Hace un tiempo, estuve dando una conferencia. Una amiga de toda la vida me preguntó cómo se podía evitar quedar mal. Le dije que se debía exponer al público una y otra vez. Entonces… ¿Así se evita el ridículo? Pues no, así aprendes a meter la pata con mucha más elegancia, querida. Y es que esa es la cuestión: aprender a quedar en ridículo.

El primer paso: hacer el ridículo no es malo, es natural. ¿Te crees que hay un solo ser en este planeta que no haya cometido un error en la vida? Bienvenida seas a la experiencia humana. Vas a quedar mal, fatal, peor, una y mil veces. Y NO PASA NADA. Respira, solo ha sido un error, a la próxima te saldrá mejor que bien. Haya pasado lo que haya pasado, no define quién eres ni dice nada de tu nivel de habilidad o torpeza.

¿Sabes que la risa es salud? Pues reírse de una misma es el primer paso en tu viaje en busca de la fuente de la eterna juventud, amiga. Reírte de ti es vida. Si has dicho algo indebido, o si estabas stalkeando y le has dado like a una foto del siglo pasado, no te escondas. Da la cara, admite y ríete. Además, la gente por ahí se pierde muchas experiencias maravillosas por esconderse en lugar de ir de frente. ¿Vas a cometer tú semejante error? La vida es un misterio y una situación embarazosa puede llevarte a un final extraordinario si te atreves a fluir.

En WLS hablamos constantemente de ganar seguridad en nosotras mismas, de aprender a querernos tal y como somos. Para ello, reírte de ti misma es un imprescindible que no debe faltar en la lista de pequeños logros. Reírte de ti misma te hace más fuerte, pues te das cuenta de que puedes superar con creces ese momento de bochorno, saliendo muy airosa de ello. También te hace más atractiva, querida. La seguridad en una misma es uno de los factores que más seduce. Puedes ser la personificación del canon de belleza actual que recae sobre las mujeres si quieres, pero como te escondas ante la más mínima cagada… Meter la pata y reír a carcajadas te convierte en un bellezón.

Así que ya sabes. La próxima vez que puedas intentar hacer algo, no dudes e inténtalo. Arriésgate a cometer errores, a meter la pata, a quedar mal. Prueba a hablar en alto, a decir lo que piensas. Y si te equivocas, saca a relucir esa risa que es, sin duda, la más bonita del mundo. Y si no lo es, ríete de tu risa, que también es divertido. Verás cómo, al día siguiente, te ves diferente y mejor ante el espejo.

@mia__sekhmet