Hace unos meses conocí a Jordi por TikTok, tenía una cuenta donde hablaba sobre el cambio que había dado su vida y como había tenido que reinventarse desde que tuvo el accidente de tráfico y se quedó en silla de ruedas.

Al principio solo nos seguíamos y nos dábamos “me gusta” a los vídeos, pero un día empezamos a hablar y surgió la chispa. 

Nunca me importó que fuera en silla, ya que era un chico que tanto física como mentalmente me atraía mucho. Lo que si me preocupaba un poco y no puedo negar era como sería la logística en el sexo y si podría mantener relaciones sexuales.

 

Me contó que desde el accidente había perdido sensibilidad en la zona y que además, no podía correrse, pero sí tenía erecciones y disfrutaba del sexo. 

Dado que tenía menos sensibilidad en la zona, lo que le daba placer era ver disfrutar a la chica con la que estaba. 

Decidimos quedar un día y conocernos. Si ya había química sin conocernos, fue vernos y sentir un chispazo. Era guapo, ojos verdes, media melena rubia ceniza y una sonrisa con los dientes perfectos. 

Después de cenar juntos y pasear, el ambiente se calentó entre nosotros y nos fuimos a su casa. Me acomodé sobre él y sus labios buscaron los míos fundiéndonos en un beso de lo más ardiente. 

Su mano subió desde mi ombligo hasta mi sujetador, bajándome las tiras hasta dejar a la vista mis pechos. Le ayudé desabrochándome el sujetador y lo dejé caer en el suelo. Si tuviera que definir su mirada en esos momentos sería de auténtico deseo, me comía con la mirada.

 

Me llevó sentada en sus piernas hasta la habitación y me recostó en la cama, quedándose sentado en la silla. 

Me indicó que me pusiera en el borde y ya con las piernas abiertas deslizó suavemente las tiras del tanga para quitármelo.

 

   – Acuérdate que lo que más placer me da es ver disfrutar a la otra persona, así que quiero volverte loca y que nunca olvides lo que te voy a hacer, quiero oírte gritar y temblar de tanto placer.

 

Acto seguido, su lengua fue bajando desde el monte de Venus hasta mis labios, lamió alrededor y fue jugando con su lengua por los pliegues. Llegó al clítoris y succionó suave, tenía la boca muy caliente y eso me excitó aún más. 

Uno de sus dedos entró dentro de mí y fue a buscar mi punto G. Se notaba que sabía lo que se hacía, conocía perfectamente como dar placer a una mujer. 

Introdujo otro dedo y acarició suavemente el punto G, mientras su lengua jugaba a dar golpecitos a mi clítoris. Comencé a notar un cosquilleo en la zona donde tenía los dedos y fue aumentando. Su lengua calmaba la intensidad, así que pude disfrutar unos segundos más del placer del orgasmo.

Cuando acabé fui a cerrar las piernas y decirle que ya estaba, cuando él me las volvió a abrir. 

   – Esto no es nada, la noche va a ser larga, así que relájate y disfruta, quiero oírte gemir aún más fuerte.

Y seguimos una, dos y hasta tres veces, cuatro orgasmos seguidos. Me hizo rozar el cielo con cada uno de los orgasmos, eran brutales e intensos. 

Le dije que también quería notarlo dentro de mí, así que le hice sitio y subió a la cama. La logística no era tan fácil, pero se quedó tumbado boca arriba y en cuanto vi lo que tenía entre las piernas, me di cuenta que lo iba “a gozar lo más grande”. 

Me senté a horcajadas encima de él y me moví primero subiendo y bajando y después en círculos, rozando mi clítoris contra su pubis. 

Mi coño había acomodado a su polla, cosa que no parecía fácil con el tamaño que tenía. Mi sensibilidad aumentó muchísimo, tanto que volví a correrme. 

Él mientras cogía mis tetas, las amasaba, lamía y mordisqueaba, también rozaba mi clítoris de vez en cuando y me ayudaba con sus manos a subir y bajar encima suyo. Después nos pusimos en modo cucharita y aunque era más difícil para él, también disfruté mucho. 

No exageraría si os dijera que pasamos horas dándonos “mucho amor”, ya que como él no se corría, no se le bajaba y pudimos disfrutar hasta que nos sentimos agotados. 

Él había disfrutado muchísimo dándome placer y además, seguía teniendo sensibilidad, así que aunque no fuera tan placentero físicamente como eran sus relaciones sexuales antes del accidente, era otro modo de disfrutar de la sexualidad y al menos para mí, no tenía nada que envidiar a mis anteriores parejas sexuales. No os engañaría si os dijera que fue el mejor sexo oral de mi vida, tanta entrega y verlo disfrutar a él de hacérmelo, había sido brutal.

Oaipa

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