Cuando se publica un artículo mínimamente relacionado con el sexismo, siempre hay alguien que comenta “a mí no me ha pasado, eso no es verdad, veis machismo en todas partes”. Pido un poquito de empatía. Que a ti no te haya pasado, no implica que la situación no exista. Nuestra experiencia individual no puede utilizarse para generalizar un problema colectivo. Dicho esto, hoy vengo a hablar como psicóloga.

A lo largo de mi carrera he conocido a muchas personas con problemas de salud mental. Mujeres, hombres. Niños, adolescentes, estudiantes universitarios, adulto y ancianos. Personas solteras, con pareja y casadas. Madres, padres y personas que no tenían hijos por decisión personal o porque no habían podido. Problemas de ansiedad, depresión, trastorno bipolar, trastornos de personalidad, esquizofrenia y un largo etcétera. Me entendéis, ¿no? He visto de todo.

Nunca me planteé que el trato que reciben las personas con un trastorno mental fuese diferente en función del género, pero cuando empecé a ejercer me di cuenta de que tristemente era una realidad. Y esto me lo demostró Clara, una mujer con un trastorno depresivo que me ha dado su consentimiento para compartir lo que le sucedió.

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Conocí a Clara hace un par de años en un centro de día para personas con diversos problemas de salud mental. Tenía un diagnóstico de depresión con varios intentos de suicidio y a menudo llegaba con autolesiones en brazos y piernas. Cuando empecé a tratar más su caso, me contó que estaba casada y que hacía 5 años su marido también había pasado por una depresión, pero que sentía que no estaba recibiendo el mismo trato que él.

Muchos amigos y familiares que empatizaron con su marido, que le visitaron, que intentaron sacarle de casa para que socializase, ahora tachaban a Clara de “exagerada”. Él se pidió la baja sin problema, pero ella no pudo porque “no podía permitirse perder el trabajo”. Pese a no tener fuerzas psicológicamente hablando, seguía haciendo las tareas domésticas porque “todos dependían de ella”.

Empecé a darme cuenta de que lo que le sucedía a Clara era el pan de cada día.

Cuantas mujeres con ansiedad o depresión no piden ayuda psicológica porque la sociedad se encarga de convencerles de que es una exageración lo que sienten, que tienen que ser fuertes y aguantar. Si lloras, se te cuestiona. Si te derrumbas, nadie lo entiende. Se invisibiliza el sufrimiento de las mujeres hasta que estamos en un pozo oscuro y profundo, y cuando eso sucede la gente nos dice que deberíamos haber pedido ayuda antes.

Desde aquí, como mujer, feminista y psicóloga, quiero lanzar un mensaje: lo que sientes es real y nadie tiene derecho a minimizarlo. Pide ayuda, porque hay profesionales dispuestos a escucharte, a entenderte y a ayudarte. Yo como profesional me comprometo a poner mi granito de arena para crear espacios seguros donde hablar sin miedo y, sobre todo, reprochar a quienes juzgan o invisibilizan el machismo en el ámbito de la salud mental.

Autora: Marina Pinilla Pérez