A veces parece que tener unos kilos de más anula el resto de cosas (buenas y malas) que la persona pueda tener. Estar gorda/o prevalecerá por encima de otros adjetivos, especialmente de los positivos. ‘Es gorda pero guapa’, ¿acaso no se puede ser las dos cosas a la vez?, y lo que realmente me ha impulsado a escribir este post… ¿es que acaso no se puede estar gorda y buena a la vez?

La expresión ‘estar buena’ se aplica únicamente a mujeres delgadas. A la mínima que la chica luce curvas, ya pasamos a denominarla ‘jamona’, ‘guapa voluptuosa’ o demás palabros que indican que la mujer es mona, pero además está lozana.

Pues no señores. Hay gordas guapas y gordas feas. Hay gordas simpáticas y gordas estúpidas. Hay gordas deformes y gordas buenorras. Porque estar gordo es algo tan objetivo como ser rubio y en mi humilde opinión se pueden tener los michelines bien colocados y estar más buena que una delgada. Otra cosa es que tu sentido de la estética no te permita apreciarlo, eso es cuestión de gustos y totalmente respetable. Bajo esa premisa a mi tampoco suelen resultarme atractivas las mujeres extremadamente delgadas o con cara de no haber comido un donuts desde su segundo cumpleaños.

Tampoco entiendo el pasaporte de la gordura hacia la moda de tallas grandes. Tener más de una 42 no te hace automáticamente ‘modelo de tallas grandes’, de la misma forma que estar delgada no te hace Miss España. Ser gorda no te hace fea, pero tampoco te da alas para creer que eres una diva plus size.  Más que nada porque de esas como Tess Munster hay pocas y conjugar sobrepeso con elegancia y belleza no está a la mano de cualquiera.

En mi casa siempre han dicho aquello de ‘la que es guapa es guapa’ y yo añado ‘la que está buena está buena’. Con kilos, sin ellos, con tetas, sin ellas. Y a quien no le gusta, que no mire, ¿no?