Llegan las Navidades y para muchos es sinónimo de alegría, fiesta y cenas con colegas, compañeros de curro y familia. Hace dos años (cómo pasa el tiempo) yo viví lo opuesto.

En marzo de 2017 me puse a dieta porque había engordado 10 kilos y mi autoestima estaba por los suelos. Durante esos meses logré bajar todo ese peso a base de restricción, ansiedad y muchísimo control. Si había una cena con amigos, yo lo pasaba fatal. Buscaba en Google el menú del restaurante y hacía cálculos para consumir lo que menos calorías tenía. También me descargué una aplicación para saber los valores nutricionales de todos los alimentos. Yo me creía una experta. «Qué pro soy, que sé lo que como», pensaba. Y un cojón de gato. En realidad vivía en una tortura alimenticia constante, y cuando llegó la Navidad renuncié a varias cenas y también castigué mi cuerpo por los excesos (o lo que para mí eran excesos).

Esto que acabo de contar es el pan de cada día de muchas personas. ¿Queréis saber algo más? Yo soy psicóloga, y además con especial interés y formación en Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Si alguien tan concienciado con los TCA se obsesionó así con la comida, ¿qué pasa con el resto de la población?

Por eso quiero decir varias cosas a las personas que estáis a dieta en Navidad, y lo hago como persona que ha tonteado con los TCA y como profesional de la psicología.

  • Dejad de hacer dietas. Las dietas se basan en la culpabilidad y la restricción. Es mejor buscar un estilo de vida saludable que podáis mantener de por vida, que dietas hipocalóricas que provocan efecto rebote.
  • No os sintáis culpables si de vez en cuando coméis demasiado. Es Navidad y lo más normal del mundo es comer polvorones en la cena familiar, comprar una tableta de Suchard para darle una alegría al cuerpo y poneros hasta el culo con los colegas a base de entremeses.
  • No compenséis dejando de comer o haciendo ejercicio a lo loco. Lo más probable es que el cuerpo os pida un poquito de calma al día siguiente de las cenas navideñas, pero si seguís teniendo hambre comed con normalidad. No hace falta que ayunéis o que os matéis haciendo ejercicio, simplemente volved a vuestra rutina habitual.
  • Huid de los perfiles de Instagram que os hacen sentir mal respecto a la comida. Si desde que seguís a un nutrinfluencer os sentís culpables, ansiosos, cabreados o simplemente mal respecto a vuestra alimentación, dejad de seguirle. Es muy necesario comer bien, pero no es una cuestión de blanco o negro. Hay una gran escala de grises en la que se encuentra vuestra salud mental, y nadie tiene derecho a haceros sentir culpables por ir descubriendo poco a poco vuestro estilo de vida saludable ideal. Menos realfooding, más real life.

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