Si recibiera dinero por cada vez que alguien me ha llamado rara, ahora sería rica. Pero rica de las que tienen mansión para veranear y casita en la montaña. Al principio me preguntaba: ¿rara por qué? Ahora, amigas, he comprendido que es un piropo maravilloso.

No sé si a alguna de vosotras os pasa, pero eso de ir a la moda o que te guste “lo que se lleva”, no va conmigo. Muchas veces cometí el error de forzarme a mí misma a hacer lo que se supone que era “normal”, pero me sentía completamente insatisfecha. En la adolescencia puede que te preguntes por qué piensas así. Al final el tiempo te enseña que eso te hace muy especial.

Lo que me hace diferente

Que no, que no soy mucho de discotecas ni de ponerme a escuchar reggaetón así porque sí. No me gustan las series que ve todo el mundo y tampoco me gusta trasnochar hasta las cinco de la mañana para volver a casa con resaca y oliendo a tabaco de otros. Que no soy aburrida, que el concepto de diversión en muy amplio.

Yo soy de sentarme a pensar en la playa, de mirar el atardecer y que se me ponga la piel de gallina. De películas clásicas y de dibujitos animados que veía de pequeña. Cenar con amigas mientras hablamos de cosas que importan, de ferias y de bailar flamenco aunque no sepa. Me animo a aprender idiomas que luego olvido y a ver telenovelas que ya he visto mil veces. Me flipa ponerme lo que me da la gana aunque no se lleve y de combinar mis zapatos de deporte blancos hasta con el pijama. De escribir en mi diario lo que me hace feliz y lo que no. Recordar tiempos mejores pero sabiendo que el futuro es precioso. Ser consciente de que tener criterio propio me hace única.