Sí, no me miréis así, tenéis toooda la razón. Y es que una de las primeras frases ocurrentes que leí cuando empezó esta locura del confinamiento fue precisamente esa, que ni se nos ocurriera cortarnos el flequillo solas ni mandarle una foto de nuestras tetas al ex de turno (y quien dice ex dice follamigo de toda clase y condición).

Pero he de confesar, aquí donde no me conoce nadie, aunque quien me conoce lo tiene bastante clarito también, que si hay algo que se me da especialmente bien es pasarme por el bendito arco del triunfo todo lo establecido por el Tribunal de lo Correcto. (Tribunal de lo Correcto… ¿os imagináis? ¡Cuantísimas veces me habrían echado ya a la hoguera si existiera!) Aunque para tribunal el que paso cada día con mi amiga L., que estoy prácticamente segura de que está firmando los papeles para desahuciarme del todo y darme totalmente por perdida. Y no le falta razón, dicho sea de paso.

Y todavía lo del flequillo tiene solución… Una diadema cuqui para las innumerables videollamadas y a rezar todo lo que sepamos para que crezca antes de que acabe todo esto (que a este paso, querid@s, ni Rapunzel!)

Pero… ay, amig@s lo otro… Lo otro ya, es otra historia… porque una vez que has abierto la Caja de Pandora… ya no hay vuelta atrás. Y no solo estamos hablando de las fotos guarrillas, que serían ya como el culmen del “from lost to the river” más absoluto que nos pudiéramos marcar, sino también de ese primer paso, absurdo pero necesario, para desencadenar toda la locura. Lo que viene siendo: El stalkeo máximo. 

Y, para desgracia de mi amiga L., en estas precisamente me encuentro, montando un despliegue de medios que ya quisiera para sí el mismísimo FBI, disfrazando esta nostalgia absurda del inocente “sólo quiero saber que está bien”, y haciendo un trabajo de campo que sólo me falta plantarme mis gafas de jefa y dibujar flechas por las paredes (a falta de pizarra digital, perdonen la falta de medios por el confinamiento) para coordinar a mi equipo de búsqueda de personas desaparecidas. 

Que lo tengo, no vayáis a creer, que aún hay quién se ha enfundado su gabardina de detective conmigo y se ha puesto por bandera aquella frase de la mítica comedia romántica que decía: “Es un plan absurdo y autodestructivo, y… te apoyamos al 100%”. 

¡Deseadme suerte! O no… ¡depende del lado de la locura en el que ahora os encontréis!

Cincinnati escribe.