Siempre he acabado pensando en la típica frase de ‘a mí nunca me ha pasado nada interesante” después de escuchar los follodramas que han tenido mis amigas o pensado la típica frase de ‘yo nunca he llegado a tener un amor de verano’. Pues chicas, aquí va mi historia de verano.

A principios de primavera empecé a currar en una cadena de restauración del aeropuerto de Barcelona y a la larga, cuando ya había algo más de confianza con algunos compañeros, siempre acababan haciendo referencia a que seguro que yo era virgen ya que se me veía muy buenecilla y mojigata. 

En los últimos años no le había dado mucha importancia al tema de perder la virginidad ya que lo había dejado en segundo plano al acabar el instituto, pero al empezar a trabajar allí es como si hubiera vuelto a el.      

Dio la casualidad de que mientras me pasaba todo eso en el trabajo, iba también a las prácticas de la autoescuela y a veces iba a hacerle alguna visita a la recepcionista de allí, ya que siempre está sola y a veces le pedía consejos. Cris, la recepcionista, era como la terapeuta/psicóloga de mis dramas del momento e incluso creo que fue mi amuleto de la suerte.

A finales de junio me quedé sin trabajo y me fui a Valencia de vacaciones con mis tíos abuelos durante una semana y no tardé ni 24h en descargarme Tinder por puro aburrimiento y para ver si caía algo. Entre picos y flautas acabé hablando con un chavalín de 19 años, cantante y un flipado de cojones por tener bastantes visitas en sus vídeos de Youtube, aparte de las maravillas de mensajes que me mandaba a veces como por ejemplo: “¿te puedo decir algo? Pero que no te moleste. Te hablé y tal porque busco sexo, pero nunca me he follado a ninguna rellenita como tú y es como una cosa ahí que me pica la curiosidad. Es decir, que me gustaría follarte por tu forma física.” Os juro de verdad que yo ahí me quedé alucinando. No me esperaba para nada que me soltase tal barbarie. Pero había algo en mí que me hizo no tomármelo tan a mal y tan a pecho y de seguir adelante con el asunto.

No me voy a poner  transcribir las horas de conversaciones que tuvimos, os lo resumiré diciendo que el chaval a ratos era un flipado de cojones, pero entre tontería y tontería nos pusimos cachondísimos perdidos diciéndonos guarradas por Whatsapp a las tantas de la mañana, cuando de repente me suelta la típica broma de “ojalá te pillase yo ahora mismo”; adivinar quien estaba a las 4.30 de la mañana plantado en el portal de mi bloque para darle al tema en pleno terrado del edificio. 

Las 8 plantas en ascensor habían sido los 2 minutos más intensos de mi vida, pero una vez en el terrado después de todo, mientras recogíamos nuestras cosas, me di cuenta de que había una parte del chico que no me esperaba y es que fue súper atento y totalmente diferente conmigo a como yo me lo esperaba. Eso, eso fue lo que hizo que acto seguido acabase pillándome por él, cosa que le juré y le perjuré que no iba a puto pillarme. Esa era una de sus condiciones, follar pero sin pillarme. Mientras él recogía sus cosas, me quedé mirándolo por un segundo y supe que esa iba a ser la última vez que lo iba a ver, la única y última vez que iba a saber de él. 

Acabé ultra pillada por él, me dejó de seguir en Instagram y me acabó bloqueando por haberle hablado 2 veces durante esa semana por Whatsapp. Si alguna vez estáis en una situación similar, pensad en lo que puede llegar a venir después. No hagáis como yo, que solo me dejé llevar y luego la situación me vino grande.

Y hasta aquí mi historia.

Nikki ;)

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