Busco mamadas

 

Era una tarde tonta y caliente, de esas que quemas Tinder con el dedo en busca de un match apetecible. No sé para vosotras, pero para mí un match apetecible es algo así como: aficiones parecidas, conversación fluida, tonteo e intercambio de teléfonos. Si se tercia, quedas y que surja lo que tenga que surgir. Pero el poquito de conversación previa yo, al menos, lo necesito. Si quisiera empotrarme contra algo sin necesidad de intercambiar palabras, tiraría de follamigos habituales. A esos ya los conozco y sé algo de sus vidas. No estoy dispuesta a intercambiar fluidos con un completo desconocido sin saber, al menos, su nombre. 

Total , que ahí estaba yo con mi set de preguntas estándar y habitual: 

– Hola, ¿qué tal?, ¿qué te cuentas?

– Menuda tontería.

– ¿Perdón? No te entiendo.

– Menuda tontería.

– … ¿Cuáles son tus aficiones?

– Menuda tontería. Busco mamadas.

Match deshecho automáticamente. Y cara de incredulidad absoluta. A ver, criaturilla, ¿me estás diciendo que no te importa una mierda, siquiera cómo se llame la chica con la que vas a tener un encuentro sexual? Es que pretendes sacarle brillo al sable a toda costa. La mujer bien podría tener una ETS que a ti te da igual, porque no preguntas ni la hora. Cualquier día te buscas un disgusto. 

Debe ser que aún creo en el amor  y que eso es incompatible con el percal que hay actualmente en las apps de ligoteo. Pero todas sabemos que ir a buscar el amor a Tinder, es un error de concepto. Por eso he dicho que lo mío era una tarde tonta y caliente, no solo porque me guste Estopa. Pero, curiosamente, todas conocemos también algún ejemplo de pareja surgida en una app de ligue, que ha acabado pasando por el altar. 

Sin embargo, Tinder últimamente no funciona ni para echar un polvo en condiciones. Hemos pasado del “hasta que la muerte nos separe” con todo el peso que tiene esa frase y el compromiso que conlleva, a una situación que no sé calificar, que convierte el sexo en algo tan frío como comprar tabaco en una máquina: elijo el tipo de tabaco, o el cuerpo de la persona, en este caso; veo si me convence el precio y me lo compro. Cuando yo me termino el paquete, me voy a otra máquina y me compro otra marca. Yo, me, mí. Contigo, pero bajo mis términos y condiciones.

Hay criaturas, como este buscador de mamadas que me encontré, que quieren sexo sin ningún tipo de contacto previo, para no mostrarse vulnerables. Los seres humanos somos sociales, por naturaleza. Así que creo que esta máquina de tabaco en la que hemos convertido el sexo, no sirve.

Yo no pretendo casarme con alguien a quien he acudido para que se me baje el calentón. Pero sí quiero saber, por lo menos, algo de su vida. Siquiera para poder aconsejarle luego una cremita, en caso de que nos pasemos con la intensidad y acabemos con rozaduras, sin que le vaya a dar alergia. 

Se nos está olvidando cuidarnos entre nosotros, aunque sea solo para un encuentro sexual esporádico.

 

Madamme Squelette