Últimamente se habla mucho de las llamadas ‘’red flags’’, especialmente en el ámbito de las relaciones de pareja; y si bien solemos utilizar expresiones como ‘’este tío es una red flag del tamaño de un castillo’’ conviene andarse con ojo con las ‘’red flags’’ más pequeñas.

Esta en concreto medía 1,60.

Todo comenzó al poco de cortar con mi ex, quien me parece importante señalar que sacaba tan sólo un par de centímetros a mi 1,63 de puro sex appeal, con lo que os podéis imaginar que a mí la estatura de mis parejas es algo que siempre me ha importado más bien poco. 

Pues bien, tras cortar con él empecé a navegar por los mares de Tinder, a ver si me encontraba con algún marinero que aliviase mis penas tras la ruptura, y entre señores que iban a saco, pseudopoetas que hablaban como si les encantase leerse a sí mismos y gymbros obsesionados con el culto al cuerpo, apareció Dani (nombre ficticio, por supuesto).

Dani era guapete, no era el típico tío que llama la atención si te lo encuentras por la calle pero no estaba mal. Era además un chico natural y algo tímido que me contó que tocaba en un pequeño grupo, era amante de la naturaleza, le gustaba leer…vamos, que teníamos bastantes gustos en común y la conversación fluía sola.

Es cierto que yo en aquellos momentos no buscaba iniciar una relación como tal, pero tampoco me apetecía quedar con nadie en plan ‘’aquí te pillo, aquí te mato’’, y Dani parecía estar justo en ese punto, por lo que intercambiamos instagram y número de teléfono y empezamos a hablar fuera de la aplicación.

No vivíamos en la misma ciudad, pero quiso la casualidad que cosa de un mes después de empezar a hablar me dijese que iba a ir con su grupo a un pueblo cercano en cuyas fiestas iban a tocar, así que decidimos quedar y conocernos por fin en persona.

Unos días antes de quedar, mientras planificamos un poco cómo y dónde sería nuestra cita, me dijo que había algo importante que quería decirme antes de que nos viéramos en persona.

Yo me asusté, ¿Tendría novia? ¿Sería un perfil falso con fotos robadas? ¿Estaría en la cárcel? Entre las experiencias que había tenido yo y las que me habían contado amigas mías, cualquier cosa era posible.

‘’Verás, es que soy bastante bajito’’, me dijo, ‘’por eso no he puesto mi estatura en mi bio como hacen casi todos los tíos’’.

Suspiré aliviada y debo confesar que me reí un poco, ¡así que era sólo eso! Le dije que no se preocupase, ya que algo que me había gustado de su perfil era precisamente que no centrase ni las fotos ni la bio en una descripción de su cuerpo, y seguimos hablando de manera normal, con ilusión y con algo de nervios, hasta el día de nuestra cita.

El día de nuestra cita. Madre mía, ojalá haber visto venir lo que me iba a encontrar, pero tengo que reconocer que Dani no había dicho ni hecho nada que me pudiese preparar para lo que me encontré aquel día.

Habíamos quedado en la puerta de mi heladería favorita, el plan era comprar un helado y dar un paseo por un parque cercano aprovechando el buen tiempo. Llegó un poco después que yo, con la cabeza agachada y actitud tímida, lo cual me pareció lo más normal del mundo. Nos dimos dos besos y pensé que tenía razón en lo de que era bajito, yo le sacaba unos tres centímetros, pero sinceramente me daba bastante igual.

Entramos a la heladería, pillé un cucurucho de pistacho y él una tarrina de helado de arándanos y nos encaminamos al parque, absortos al principio en nuestros helados debido a la timidez.

Le pregunté qué tal había ido el concierto del día anterior y me dijo que bien, ‘’me hubiera encantado ir, pero no tenía con quien dejar a mi perra’’, le dije, lo cual era totalmente cierto. ‘’Da igual, tampoco me habrías visto, soy el más bajito con diferencia del grupo y los muy cabrones se ponen siempre por medio’’, contestó él.

Yo me lo tomé a broma y me reí…hasta que vi en su cara que estaba realmente ofendido por ello. ‘’Bueno, hombre, pero me hubiera gustado oírte tocar. Además seguro que tus compañeros no lo hacen adrede, es normal que durante el concierto os mováis’’.

Desfrunció el ceño, musitó un ‘’ya, claro’’ no muy convencido y el ambiente se destensó un poco, aunque a mí ese ramalazo espontáneo de victimismo ya me hizo estar con la mosca detrás de la oreja. Porque sí, entiendo que el muchacho se sintiese inseguro con su estatura, pero de ahí a creer que su grupo entero conspiraba contra él por ser bajito, había un trecho.

Total, que seguimos paseando, hablando de trivialidades, y ya por fin nos sentamos en un banco y no sé cómo salió el tema de las parejas, de las relaciones anteriores que habíamos tenido y de cómo y por qué se habían ido a pique. Yo le conté que mi ex y yo habíamos cortado después de dos años de relación porque habíamos llegado a un punto en que nos habíamos dado cuenta de que teníamos prioridades distintas, pero que a pesar de todo seguíamos siendo muy buenos amigos.

Él por su parte me contó que su ex y él habían cortado después de casi cinco años de relación, y que ni habían seguido en contacto ni quería saber nada de ella. Lo dijo tan enfadado, con tal carga de rencor en la voz, que di por hecho que la muchacha en cuestión le habría puesto los cuernos, como mínimo. Me dijo que le había dejado por otro, ‘’pero, ¿te puso los cuernos o algo?’’, ‘’pues no lo sé, pero seguramente sí. Total, a los cuatro meses de dejarme ya andaba con el otro, así que no me extrañaría’’.

Y aquí amigas mías vi la segunda red flag, porque mira, puedo entender que te escueza ver a tu ex con otra persona, pero cari, si está soltera puede liarse con quien le dé la gana.

Pero ojo que esto no es lo peor; lo peor vino cuando me soltó, ya sin cortarse un pelo, que su ex le había dejado porque se avergonzaba de su estatura. Y claro, ya no me quedó otra que decirle que nadie rompe una relación de casi cinco años por la estatura de su pareja, que si le dejó sería por otras razones, pero desde luego no por esa. Y apunté, claro, que si yo había dejado a mi pareja tras dos años juntos había sido por muchos motivos, pero no porque fuese bajito.

‘’¡Eso es lo que tú te crees! ¡Pero la verdad es que las mujeres sólo os fijáis en tíos altos y cachas porque os sentís más protegidas! Igual no os dais cuenta, pero es biología pura, buscáis un macho dominante.’’

Y bueno, siguió con una furiosa diatriba que no me quedé a escuchar, porque ante semejante panorama cogí mi bolso, me levanté del banco y me fui sin decir adiós.

¿Lo mejor? Que un par de días después me escribió diciendo que le gustaría seguir hablando conmigo, que a ver si volvíamos a quedar. Y como no le contesté, su último mensaje antes de bloquearle por los siglos de los siglos fue: ‘’seguro que no quieres volver a quedar conmigo porque soy bajito. Todas sois iguales’’.

Con1Eme