Hola a tod@s!  No sé si quedará algún ingenuo en la sala que crea que las tinder-pesadillas solo les ocurren a las tías, pero si es así…. Vengo a desmentirlo del todo.

Os pongo en situación, soy un chico de 34 años majete y bastante tímido.

Nunca me ha avergonzado contar que uso apps para ligar, creo que es una herramienta muy práctica para conocer gente teniendo en cuenta que a) la mayoría de mis compañeros de farra están casados y/o tienen hijos, y salimos mucho menos de fiesta  y b) es una forma más “confortable” de socializar para los vergonzosos.

En fin, a lo que voy.

Hace un par de años me hice un perfil en adoptauntio, empecé a hablar con varias chicas, y una de ellas me llamó especialmente la atención. Era una tía divertida, lanzada, con las cosas muy claras y bastante conversación.  Tras un par de semanas hablando por la aplicación me propuso quedar de tapeo por mi ciudad, y allá que fuimos.

En persona era mucho más (y quiero recalcar el MUCHO) más… ella que como me había parecido virtualmente. Hablaba mucho y muy alto, reía mucho y muy alto, no se cortaba un pelo con sus comentarios y también bebía mucho y muy rápido. Para que os hagáis una idea, cuando a mí me había dado tiempo a echarme una tapa y su correspondiente caña, ella ya llevaba su tapa y unas cuatro o cinco cañas. Pero vaya, que no soy quién para juzgar el ritmo de cada uno. La cuestión es que eran las 8 y pico de la tarde y la moza ya iba fina. Tonteando a tope y lanzándome indirectas. Mentiría si os dijera que no me gustaba.

Tras el tapeo, vino otro bar, y otro. Mi cita seguía en modo destroyer y a mí me estaba molando su rollo de desinhibición total, aunque quizá habría agradecido que diese menos tumbos. Andar en línea recta le estaba empezando a costar.

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Llegamos ambos (una mucho más pedo que el otro) al cuarto bar, y se encontró a un amigo del cual se echó en brazos y seguidamente LE INVITÓ A UNIRSE AL PLAN.  Mi cara en el momento tuvo que ser un poema, pero ¿qué iba a hacer?, el otro tipo tampoco se cortó un pelo en aceptar la invitación y fue directo a la barra a pedir cañas para los tres. Como primera cita en una app de ligar no está mal, ¿eh?.

En ese momento la situación era rara de narices. Una tía bastante pedo bailando como si estuviera poseída y berreando en inglés inventado todas las canciones en un bar en el que apenas habría 10 personas. Un amigo que le miraba partiéndose el culo y jaleándole las gracias. Un alucinado que no sabía muy bien en qué momento un tapeo con la tía con la que llevaba hablando 15 días a full había degenerado así.

Llegó ya al momento que todos estáis intuyendo: estuvimos un ratillo de conversación intrascendente y en un descuido de mirar el móvil o comprobar la cartera, no sabría deciros qué hice pero no duró ni un minuto, levanté la mirada y ahí estaban los dos …. comiéndose el morro en mi cara como si no hubiera un mañana.

En ese momento pasaron por mi cabeza muchísimos pensamientos, la mayoría relacionados con lo sumamente gilipollas que me sentía y el surrealismo de la escena. Pero, ¿sabéis qué? El maromo aquel ya había pagado las cervezas, y no era yo quien para desperdiciarlas. Me fui a la barra, me terminé tranquilamente la mía, regalé los otros dos botellines a unos parroquianos y me piré.

Sobra decir que no volví a quedar con esa pava y que ella en ningún momento me dio explicación alguna. No sé si era su modus operandi habitual pero tampoco quiero volver a comprobarlo jejeje.

También os digo que desde entonces he seguido usando esas apps y he conocido a tías muy interesantes (alguna que otra “peculiar” también me han tocado, no os voy a mentir) pero alguna incluso con la que ha habido historias chulas.

Si usáis adopta y os encontráis con un tipo que os pregunta antes de quedar si os gustan las citas en trío….ese seré yo ;)

A.