En la odisea de buscar piso en una ciudad como Madrid, me he encontrado con las situaciones más surrealistas jamás vividas por alguien cuerdo. Y me creo cuerda pues después de lo que me he encontrado, he empezado a ser bastante más benévola con mi salud mental.

Sé que no soy la única en esta situación, pero, así como todo el mundo dice “que precios, que pisitos” nadie habla nunca de los propietarios. Esto me hace plantearme… Si nadie habla de ello ¿es porque hay otra gente que no lo considera para tanto? Y en ese caso ¿estamos más rodeados de gente demente y peculiar de lo que nos pensamos? Esto es como los grandes genocidas de la historia, todos tenían familias que se reían con sus chistes y se consolaban con sus abrazos por lo que me hace pensar que toda esta fauna de propietarios también tiene gente que les admira por su lógica y normalidad. Más allá, estos propietarios miran a otras personas y piensan “qué gente tan raruna hay en el planeta” y se refuerzan en sus formas de ser.

Aquí os dejo unos cuantos de mis descubrimientos. Los he agrupado nombrándoles como bandas aficionadas de punk:

  • Los Esquelas: te enseñan la casa de sus difuntos, mostrándotela con anécdotas muy detalladas de las vivencias de dichos familiares: en esta ventana, se lo pasaba pipa, viendo a los perros correr. En esta esquina estaba el sillón donde se solía sentar. EN LA COCINA ENCONTRARÉIS TODOS LOS CUBIERTOS Y PLATOS QUE SOLÍA USAR MI PADRE ANTES DE PARTIR (esta parte es una transcripción literal). Alquilarlo, puede que no; pero seguro que saldrás de la visita con una pasión renovada por la vida.

 

  • Los Flotadores: flotan sobre el mundo y no son conscientes de todo lo que implica lo que dicen. Te pedirán cosas como cinco mensualidades, un aval, un contrato indefinido y la primera orina del día de un orangután blanco. Todo teniendo en cuenta que te ofrecen un zulo, sin armarios empotrados, con la cocina sin equipar y por el módico precio de 950€ al mes.

 

  • Los Putos Amos: estos son mis favoritos, los más creativos. “Mira”, te dirán, “tú pagas el IBI y yo pago el gas, tú pagas el resto de cosas; pintas las paredes y reparas los desperfectos, pero luego te perdono la mitad de una mensualidad y te pongo una batidora y un pelador, pero no hay nevera. Te tienes que quedar siete años, pero en el quinto podemos hacer una subasta y si aprendes mandarín y a hacer malabares…”. ¿Te enterarás de qué se espera de ti como inquilino? No, pero si te va la adrenalina esta es una buena oportunidad para disfrutarla.

  • Los Totalitaristas: NO-NO-NO-NO. No puedes tener mascotas, no puedes taladrar, no puedes aparcar bicis, no puedes tener a gente más de dos semanas en tu casa, no puedes pagar más tarde del día uno del mes, no puedes cambiar tus suministros, no puedes saltar a la pata coja derecha los martes a mediodía. Pero puedes pagar, comer y dormir, si NO haces mucho ruido para ello.

 

  • Los Hippie happies: para alquilarte su propiedad, lejos de mirar que tengas un contrato indefinido, de mil millones de euros al mes, que estés dispuesto a donarles un pulmón como señal, ellos necesitan el feeling, que vuestras energías se entiendan, que vuestros espíritus estén en armonía. Con estos, ponte al día con tu karma, por lo que pueda pasar.

  • Los hunger games: los que te proponen un grupo de WhatsApp con todos los demás interesados para que la asamblea decida quién debería quedarse con el piso. Por sintonías, necesidades, perfiles, tipo de sangre o tamaño de pie, quién sabe. Que la suerte esté siempre de vuestra parte.
  • Los novatos: los que te venden su propiedad pobremente y casi por piedad te dan ganas de decirles que sí porque no los ves capaces de hacerlo solos… Te dicen las cosas malas del piso con un tono que parece que son buenas, pero en realidad no. “Hay un montón de cámaras en el portal, se pusieron justo después del intento de robo del bajo”.  Ah, bueno, bien, vale… Un momento.

¿Con cuáles os habéis encontrado? ¿Alguna locurita digna de ser advertida para el resto de la comunidad?

 

Carlota Quiroga