El otro día mi sobrina de apenas 13 años me confesó que está pasando por un momento muy complicado en el instituto por culpa, ni más ni menos, que de su vulva. Amorosamente conocido como chocho, aquí todas sabemos que mientras no nos duela y cumpla su misión natural, todos son válidos y perfectos. Porque todas tenemos claro este punto ¿verdad?

Resultó que mi sobrina me vino a mí a decir que una de sus amigas le había preguntado por qué le colgaba una especie de pellejo de la vulva. Lo cierto es que según me dijo ella, nunca le había dado la mayor importancia a aquello, pero el hecho de que ese detalle llamase la atención de una de sus compañeras ya le había dejado mal cuerpo. Entre mujeres adultas todas deberíamos ya saber que tanto labios menores como mayores son diferentes en cada cuerpo, y que realmente no hay dos chochos iguales. Lo que ocurre es que se ve que todo esto todavía no se les explica a los niños y niñas en el colegio, y que sabemos perfectamente que tipos de penes hay muchos, pero los coños deben ser todos iguales (y a poder ser sin asimetrías que valgan).

¡Es verdad! Si coges un libro de ciencias naturales de hoy y otro de hace 20 años, os puedo asegurar que la visión que se da de la vulva es la misma. Simétrica, con sus labios mayores y menores, sus orificios y su color rosado. Y quizás esto no haya que achacárselo tan solo a los editores de libros de texto sino también a todos aquellos profesores y profesoras que deciden no dar mayor importancia a este tema. Claro que aquí entraríamos en el terreno pantanoso (para algunos) de la educación sexual y podemos armar un pequeño pollo.

Aunque claro está, que el hecho de que mi sobrina (por poner un ejemplo) esté pasándolo fatal porque crea que algo no está bien en su cuerpo, en este caso es totalmente culpa de la propia educación. Me ha tocado demostrarle que vulvas hay muchas, tantas como mujeres, y que por mucho que nos lo hayan querido vender de otra manera, todas son maravillosas y preciosas.

Con pelo o sin él, rosadas u oscuras, más abiertas o más cerradas, con los labios mayores grandes o con los menores sobresaliendo… Lo esencial al fin y al cabo es que es nuestro cuerpo, está sano y debemos mimarlo e intentar quererlo al igual que nos queremos a nosotras mismas. ¡Qué difícil nos lo ponen a veces! Ahora ya hasta el tamaño de nuestros labios menores debe seguir unos cánones. ¿Y todavía hay gente que nos señala como si fuésemos el sexo débil? Tenía yo que ver a muchos hombres si de repente sólo se pintasen como válidas las pollas de 15 centímetros, rectas como una vela y sin una sola arruga.

Es evidente, el porno por desgracia todavía tiene mucho que decir. Al fin y al cabo lo triste de todo esto es que este tipo de películas son toda la educación sexual que tienen muchos jóvenes. No estaría de más intentar darle una vuelta a todo esto y que tanto en las familias como en el ámbito escolar se valore un poco más lo necesario que es naturalizar el sexo.

Nosotras, como nuestros chochos, somos todas diferentes, y por eso gustamos tanto. Lo que opinen los demás basándose en cánones absurdos ¿sabéis por dónde nos lo pasamos? Exacto, por allí mismo, queridas.

 

Anónimo

 

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