Nos conocimos en un bar y la química fue inmediata, la tensión sexual era tan evidente que no nos quedó más remedio que irnos por ahí juntos a liberarla. 

Las primeras veces nunca suelen funcionar, y las primeras veces borracha, mucho menos, pero como no te acuerdas, le concedes el beneficio de la duda y quedas para repetir.

Pues bien, en este caso, la primera vez fue prácticamente de notable. ORGASMOS. (Si, con “s” al final), así que antes de que se fuese yo ya quería repetir (más veces). Empacharme.  Seguir practicando hasta llegar a la matrícula.

El sexo era muy bueno, nos gustaban más o menos las mismas cosas y los dos teníamos la mente bastante abierta y muchas ganas de fiesta, así que a pesar de tener cada uno su vida, nos seguimos viendo.

Me di cuenta de que se había complicado todo cuando en un polvo rápido fui consciente de que estábamos follando lento. En realidad no sé cuándo empezó a complicarse la historia, puede que desde el principio, pero hasta que no sentí esa lentitud extrema, no quise darme por aludida.


Y digo que puede que haya sido complicada desde el principio pero siendo honesta, siento que fue fácil desde que le conocí. Dejarse llevarse -como dice Vetusta Morla- suena demasiado bien. Y si además quien pilota te hace sentir ASÍ, sientes que no tienes opción. Y te dejas…

Quizás ser adultos sea un poco eso, ahogarnos a veces, flotar otras, y dejarnos llevar. Pero tampoco me hagáis mucho caso porque no estoy segura.

Se complicó todo cuando después de correrme me quedé un poco mirándole, recuperando el aliento en silencio, en lugar de salir disparada al baño para no pensar debajo del chorro de la ducha. Aunque no nos dijésemos ni una palabra, hay gestos y silencios que lo dicen todo.

O cuando le tenía debajo y durante unos segundos, dejé de moverme solo para sentirle dentro. Y le apreté más fuerte las muñecas contra el colchón y la respiración se me volvió lenta aunque tuviese el corazón a cien. Y noté sus manos aflojarse alrededor de mi cadera, y sentí que me acariciaba.


Me la saqué tan despacio que paré el tiempo, y joder qué bonito.
Ojalá poder dejarlo así un poco más.
Pero no pudimos.

Y después de la tregua volvió la urgencia. Aunque después de ser conscientes por primera vez, ya nunca será lo mismo.

Y digerir esto, sí que es complicado a ratos.

 

La vetusta bloguera