Siempre asumimos que los celos vienen de una pareja, normalmente con problemas de inseguridades entre ellos o personales de uno de los dos. Pero la historia que voy a contaros no tiene que ver con el amor romántico si no con la incomprensión que tienen algunas personas con el concepto amistad. No por tener más amigos se quiere menos a los que se tenía antes, el amor solo suma, nunca resta; el cariño crece, se comparte… Pero hay personas que no toleran que esa persona que es especial para ellos, tenga otros amigos especiales y eso no les lleve a “rebajar la categoría” de amistad que tienen entre ellos. Me resulta tan absurdo simplemente escribirlo…


El caso es que Tania y Lucía eran amigas de siempre y llevaban años siendo íntimas. Pero Tania conoció a Úrsula en el trabajo y tuvo con ella una conexión tan fuerte que pronto se convirtió en alguien muy especial para ella. Casi podría entender que a Lucía no le gustase si no fuera porque Tania no tardó nada en presentarlas a ambas con la intención de que hiciesen tan buenas migas entre ellas como hacían con ella individualmente. Al principio si fue así y las tres planificaban sus salidas de marcha, sus noches de chicas, sus paseos de compras, etc, siempre juntas.

Unos meses más tarde se unió a una de sus reuniones nocturnas el novio de Tania con su mejor amigo y la noche acabó con aquel chico totalmente prendado de Úrsula. Empezaron a quedar a menudo todos juntos y pasar largas veladas de coche, días completos de playa, etc los cinco juntos. Pero Úrsula y aquel chico se enamoraron de verdad y, aunque todos parecieron alegrarse e incluso emocionarse como si formasen parte de aquel amor, Lucía empezó a hacer cosas muy extrañas. Jamás se la excluyó de un plan, nunca hicieron esas típicas quedadas de parejas, ellos eran 5 y así sería siempre… Pero Lucía no pudo soportar no ser el centro de atención, sobre todo para Tania, así que empezó a malmeter entre las chicas.


Todo hubiese salido a la luz en circunstancias normales si ella hubiese sacado toda su maldad desde un principio, pero lo hizo tan sutil que nadie sospechó nunca. Sembró una desconfianza entre ellas que hizo que ambas confiasen más en ella que de la otra y entonces empezó a contar historias exageradamente parecidas a la realidad pero con matices que dañaban a la que escuchase con la versión envenenada que había preparado. Fue tan lento y paulatino que, cuando se arriesgó a soltar el órdago contando a Tania cuanto decía despreciarla Úrsula y cómo la acusaba de cosas tremendamente graves que rozaban la ilegalidad, Tania lo asumió no solo como verdad, si no como la gota que colmaba el vaso de malos rollos que llevaban meses soportando. Y así puso punto y final a aquella amistad con su compañera a la que tanto había querido. Pero el que era ahora su novio no podía soportar el daño que se le estaba haciendo a la chica de la que se había enamorado perdidamente, así que llamó a su amigo para explicarle su versión, aunque al ver que consistía en que Tania era una zorra manipuladora no quiso escucharlo ni saber más de él. Y así, aquellas dos parejas de amigos que compartían aficiones, circunstancias vitales, ideas y opiniones, dejaron de hablarse a ojos de cada uno de ellos, por traiciones y deslealtades profundas.

Tania tuvo siempre el apoyo de Lucía, que seguía recordando cada poco las maldades que Úrsula había intentado hacer a sus espaldas. Ya estaba desatada, ya podía contar lo que fuera, Úrsula nunca se defendería…
Pero pasaron un par de años y Tania pilló a Lucía en una mentira muy gorda que dañaba a su propia familia y vio cómo la defendía sin importarle el daño que hiciese. Presenció cómo hablaba de la bola que estaba contando en casa como si fuese algo divertido a pesar de que estuviese causando daños irreparables en la relación de su madre con su cuñada y su hermano. Le preguntó por qué había hecho aquello y ella, sin despeinarse le contó que desde que su cuñada y su madre se llevaban tan bien ella se sentía mal y así ponía a cada uno en su lugar. Entonces Tania no pudo evitar recordar a quienes fueran sus mejores amigos y el dolor que habían pasado con aquella ruptura. Recordaba el duelo por aquellas amistades más doloroso que una ruptura de pareja, como si les hubiesen quitado un trocito de vida a su novio y a ella. Pero la maquinaria de la desconfianza estaba en marcha y Lucía no lo sabía, así que siguió mintiendo por sistema cada vez que alguien de su entorno empezaba a estar feliz. Hasta que fue Tania quien le sobró en la ecuación, entonces repartió entre sus amistades decenas de anécdotas que la dejaban como una persona desequilibrada y con mal fondo. Fue el jarro de agua fría que necesitaba para seguir aquel primer impulso de llamar a Úrsula y decir que si creía que podían haberse enfadado por motivos en realidad ajenos a ellas, que lo sentía. No esperaba recibir respuesta, ambas se habían hecho mucho daño y había pasado demasiado tiempo, pero Úrsula contestó en seguida…

Después de varias horas de audios confesaron cómo habían vivido su enfado y cómo habían llegado a no poder ni siquiera tener una última conversación de ruptura. Nada de lo que había pasado entre ellas estaba fundamentado en algo real, solamente en las mentiras de Lucía que, viendo que no sería el centro del grupo (porque en un grupo de amigos sano todos son protagonistas por igual) había preferido destruirlo y escoger en el último momento en qué bando se quedaba como salvadora y única poseedora de la verdad absoluta.


Ahora Úrsula y Tania intentan empezar de nuevo una amistad diferente, aunque el veneno de la desconfianza sigue dejando secuelas. Sus parejas, que eran más que hermanos, siguen sin querer hablar pues, como es normal, no llegan a entender que lo que les llevó a estar enfadados con el otro era todo mentira y que lo que ellos llamaban traición (que era defender cada uno a su pareja y no permitir que el otro la atacase) fue en realidad una reacción comprensible con la información que cada uno tenía.

Ojalá puedan, al menos, llegar a verse los cuatro y clausurar aquel dolor si es que la reparación no es posible. Y ojalá Lucía pague algún día por toda la maldad que aporta al mundo por simples celos y envidias sin sentido. ¡Con lo sencillo que es vivir sin dar por saco a nadie!

 

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