Todo lo que no le deseo a nadie en su primer día de trabajo

Para empezar, no le deseo a nadie que se equivoque de hora, edificio o manager al que dirigirse.

Suena estúpido, pero ocurre más de lo que os imagináis.

Si llegas tarde el primer día date por sentenciada, porque te vas a quedar con la fama de impuntual por los siglos de los siglos. Una amiga mía se equivocó de hora y encima se fue al edificio contiguo porque eran todos iguales. Se pasó un rato esperando en la recepción y cuando por fin la atendieron le dieron que allí no había nadie con ese nombre. Ahí fue cuando se dio cuenta y llegó 20 minutos tarde. Aunque peor fue lo de mi compañero, que justo el primer día el coche lo dejó tirado en la carretera y tuvo que llamar a la grúa. Avisó en el trabajo y llegó 40 minutos tarde. Le hicieron recuperar ese tiempo en la hora de la comida.

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Equivocarse de edificio conlleva que, posiblemente, llegues con retraso, y lo del manager tampoco es tan raro.

A mí me pasó una vez que fui a una entrevista y no sabía qué aspecto tenía la entrevistadora. Cuando llegué me hicieron esperar en un hall y al ver que se dirigía a mí una señora como de unos 60 años de pelo cardado y clásico traje de chaqueta y falda, me levanté como un suricato y le di los buenos días mientras me acercaba hacia ella para darle la mano. La señora se quedó como el meme de “Pero… ¿usted quién es?” y la conserje que estaba por allí me dijo “No, no. Esta es Matilde, es una compañera. Ahora viene tu entrevistadora” y las dos riéndose. Cuando apareció mi entrevistadora resultó que tenía más o menos mi edad, llevaba el pelo corto casi rapado y piercings varios. Ahí entendí el cachondeo de las otras dos. 

Tampoco te deseo que te toquen formadores estúpidos.

Para este caso ‘estúpido’ es sinónimo de déspota que se lo tiene muy subido y no se le va la vida en ayudarte, sino más bien todo lo contrario. En el mejor de los casos les caerás en gracia y acabarán convirtiéndose en aliados para que a la hora de enfrentarte a tu puesto te sientas segura. Y el peor, te harán lo que yo llamo ‘luz de gas laboral’: contradecirse y hacerte creer que no te enteras de nada, negar o afirmar información para hacerte quedar mal y (mi favorita) volvértelo a negar/afirmar todo aun teniendo pruebas que avalan tu versión. 

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Pero, ojo, esto no es exclusivo de tus superiores, puede haber compañeros tocahuevos que gasten la misma dinámica y te hagan lo mismo para quitarse de en medio una competidora. Y es que tampoco le deseo a nadie que dé con compañeros hipócritas, porque, sinceramente, todas nos vemos obligadas a hacer un poquito de teatro en el trabajo (a modo de supervivencia), pero de verdad que no puedo con la gente falsa. Ni falsa ni stalker.

¿Os acordáis del niño aquel de La Banda del Patio, Randall, el soplón que le iba con el cuento a la profe chunga?

Pues yo tuve una así. Me levantaba para ir al baño y al minuto estaba ella allí. Me iba a comer y al rato estaba ella en la cocina haciendo una pausa. Fui un día a hablar por teléfono al parque de enfrente y la tía ME SIGUIÓ y estuvo caminando por los alrededores en pleno mes de julio a las tres de la tarde. Pero claro, eres nueva y no te atreves a pronunciarte porque sabes que llevas la de perder. En este caso, acabé corroborando que me espiaba para asegurare de que, dicho de forma teatral, no les montaba un piquete sindical.

Otra cosa que tampoco te deseo por nada del mundo es que la comida sea una mierda.

Eso engloba que el bar más cercano tenga un servicio pésimo (me pasó) que te traigan la comida medio cruda (también me pasó) y que encima te claven un ojo de la cara. Por no hablar de ese maravilloso concepto “tenemos cocina en nuestras oficinas” y la cocina en cuestión es una sala con dos o tres mesas tipo pupitres, un frigorífico y dos microondas. No solo la infraestructura es de una cutrez superlativa, sino que para el poco tiempo que tienes para comer casi que te sale a cuenta hacerlo de pie que pelearte por un sitio.

En resumen, no te deseo por nada de el mundo que empieces un trabajo nuevo con ilusión y por culpa gente tóxica y amargada, acabes convirtiéndote en otra amargada más.

 

ELE MANDARINA