Marcos y Lucía: capítulo 8

Inicio Foros Querido Diario Relatos Marcos y Lucía: capítulo 8


  • Autor
    Entradas
  • Moetsi
    Invitado
    Moetsi on #202828

    EN EL CAPÍTULO ANTERIOR:
    “Tenía delante de mí todo lo que quería y solo tenía que pronunciar una palabra:
    -Bésame- dije”

    Marcos estaba de espaldas a mi cuando lo dije, se dio la vuelta tan rápidamente que me sobresalté, me miró ladeando la cabeza y con los ojos ligeramente entornados, dudoso.

    -No sé qué me gusta más, saber que voy a besarte, o haberte escuchado pedírmelo.

    Observé su boca, sonriente y entreabierta, paseando su lengua entre los dientes al mismo tiempo que se humedecía los labios.
    Si algo me gustaba de Marcos por encima de muchas cosas, eran sus besos, solo con imaginarlo un escalofrío me recorrió el cuerpo entero y de pronto empecé a sentir calor, mucho calor.
    Suspiré profundamente y di un paso atrás hasta quedarme apoyada contra la pared, Marcos seguía acercándose a mí, parecía hacerlo a cámara lenta, como si quisiera retrasar el momento.
    Colocó su mano en mi cuello, sujetándome el mentón y provocando que inclinase la cabeza hacia atrás y con su otro brazo me rodeó por la cintura con la palma de su mano sobre mi espalda.
    Su cuerpo me presionaba contra la pared, estaba tan cerca que cuando hablaba sus labios rozaban los míos.

    -Hace diez minutos he prometido que entre nosotros no volvería a pasar nada y míranos ahora-dijo.
    -Tienes razón, esto no debería estar pasando…
    -También dije que te besaría si me lo pedías, y lo has hecho. ¿Quieres que pare?
    Negué con la cabeza- ¿Tú quieres parar?

    No respondió con palabras, lo hizo con un beso cálido, profundo y provocador.
    Tuvimos que hacer verdaderos esfuerzos para separarnos, nuestras bocas eran piezas que se acoplaban con tal perfección que resultaba casi imposible desencajarlas de nuevo.

    -Creo que ésta sí es una buena forma de terminar el año- dijo.

    No se me borró la sonrisa de la cara durante el resto de la noche.
    Mientras cenaba recordé que Marcos me había comentado en alguna ocasión que le gustaban Fito y los Fitipaldis, conecté el ordenador y busqué una lista de reproducción, no había escuchado mucho de ellos, salvo alguna vez en la radio y sin prestar atención a las letras.
    Pero como siempre ocurría con la música, por arte de magia apareció aquella canción perfecta para recordarle, y que se convertiría desde aquella noche en parte de la banda sonora de mi historia con Marcos.

    Qué tiene tu veneno que me quita la vida sólo con un beso
    y me lleva a la luna y me ofrece la droga que todo lo cura.
    Dependencia bendita, invisible cadena que me ata a la vida.
    Y en momentos oscuros, palmadita en la espalda y ya estoy más seguro.
    Se me ponen si me besas rojitas las orejas.
    Pon carita de pena que ya sabes que haré todo lo que tú quieras.
    Ojos de luna llena, tu mirada es de fuego y mi cuerpo de cera.
    Tu eres mi verso, pluma, papel y sentimiento,
    la noche yo y tú la luna, tú la cerveza y yo la espuma.
    Se me ponen si me besas rojitas las orejas.

    Habíamos quedado en vernos el jueves de la semana siguiente, después de Año Nuevo.
    Esa tarde cuando entré en el bar me sorprendió ver que Silvia estaba allí sola.
    Marcos había ido a la bodega que tenían junto a la cocina a por unas botellas y me senté con ella.

    -¿Dónde están Alberto y Belén, no vienen hoy?- pregunté.
    -No, hoy solo estoy yo. He pasado por la puerta y al ver a Marcos entré a saludar. ¿Qué haces tú aquí?
    -Ha quedado conmigo- dijo Marcos desde el fondo- estaba esperándola, así que te agradezco la visita pero nos tenemos que ir.

    Marcos habló con Vicente, cogió las llaves del coche, salió de la barra y vino directo a mí.

    -¿Nos vamos? Llegamos tarde- dijo.

    Le miré sin saber qué hacer, no había quedado con él para ir a ninguna parte y no entendía lo que estaba pasando, pero me hizo un gesto con la cabeza así que me levanté y le seguí sin decir nada.

    -¿Marcos, dónde vamos?- dije una vez que salimos del bar.
    -A ninguna parte, a donde sea. Solo quería salir de ahí, si no lo hacíamos, Silvia no iba a marcharse y quería estar a solas contigo, tengo que contarte algo.

    Me dio un poco de apuro marcharnos así, pero sabiendo lo que había pasado entre ellos, tenía que reconocer que miraba a Silvia con cierta desconfianza y aunque no estaba bien, no pude evitar sonreir en mi interior con una pizca de maldad.
    Caminamos durante unos minutos y nos sentamos en una pequeña plaza que había unas cuantas calles más abajo.

    -Bueno ¿Qué es eso tan urgente que querías contarme?
    -El lunes hablé con mi superior y presenté oficialmente la baja del ejército, en unas semanas estaré fuera.
    -Sabía que lo harías- sonreí- ¿cómo te sientes?
    -He vivido muchas cosas en estos años y lo echaré de menos pero estoy convencido de que he hecho lo correcto. Sé que no va a ser fácil porque vuelvo a empezar de cero, pero estoy ilusionado. La próxima semana he quedado con Alberto, volveremos los dos al gimnasio y empezaré a buscar academia para preparar las oposiciones.
    -Estoy segura de que te irá bien, si algo sé de ti es que cuando quieres algo, haces todo lo posible para conseguirlo.
    -¿Eso va con segundas intenciones?- dijo frunciendo el ceño.
    -¡No!- reí- aunque ahora que lo dices…supongo que es aplicable a todo.

    Nos quedamos allí sentados un rato más charlando sobre los planes de Marcos, era la noche antes de Reyes y ya había comenzado el desfile de carrozas que recorría la ciudad así que nos acercamos hasta el centro para verlas entrar en la Plaza Mayor.
    Aunque había mucha gente a nuestro alrededor, hacía frío esa noche y Marcos pasó su brazo por encima de mis hombros acercándome a él, le miré sonriendo y él me besó en la frente.

    -Estás muerta de frío ¿quieres que nos vayamos?
    -No, estoy bien, quiero disfrutar un poco más de esto.

    Podían ser pequeñas cosas, una caricia, un beso en la frente, una sonrisa cómplice, pero para mí lo era todo, me sentía feliz compartiendo esos momentos con él.
    Regresamos al barrio cuando terminó el desfile y Marcos me acompañó hasta la parada de autobús.
    Fuimos en silencio casi todo el camino, pero había algo en lo que estuve pensando durante varios días y necesitaba decírselo.

    -Quiero preguntarte algo sobre lo que pasó el otro día, el beso. ¿Será siempre así? Porque no sé si estoy dispuesta, me niego a tener que pedirte que me beses, es ridículo y además parecerá que solo lo haces porque yo lo pido, no porque realmente quieras.
    -No Lucía, no se trata de eso, solo quería que entendieses que somos dos, que los dos queremos cosas y los dos debemos poner de nuestra parte. Reconozco que no fue la mejor idea del mundo, quiero poder besarte cuando me apetezca sin tener que esperar a que me lo pidas, pero no lo haré si no estoy seguro de que realmente es lo que quieres.
    -Si te lo pedí esa noche fue porque quise dejar claro que era lo que quería, puedes estar seguro. Algo muy malo tendrías que hacer para que yo a estas alturas me negase.
    -¿Me estás diciendo que tengo permiso para besarte cuando quiera?
    -Te estoy diciendo que no necesitas permiso, pero no pienso volver a pedírtelo como si me estuvieras haciendo un favor.
    -Para mí no es un favor, es un placer. Siempre querré besarte.

    Sujetó mi cara con las dos manos y me besó en los labios, posándose en ellos de manera suave y delicada.

    -Seguimos teniendo una conversación pendiente, pero no puedo resistirme a esto- dijo.

    El autobús estaba llegando, le devolví el beso y respondí:

    -Yo tampoco, buenas noches Marcos.

    En las siguientes semanas apenas pudimos coincidir algunas mediodías y un par de noches que pudo escaparse un ratito del bar y me acompañó al autobús.
    Él aún seguía trabajando, cuando no tenía guardia había empezado a ir al gimnasio por las tardes, y aunque salía a las 9, muchas veces a esas horas yo seguía en la tienda, era temporada de rebajas y siempre nos tocaba hacer alguna hora extra, terminábamos tarde después de reponer y colocar los pedidos que iban llegando y cuando salía, lo único que me apetecía era darme una ducha y descansar un rato.
    Extrañaba mucho pasar tiempo con él, pero sabía que sería algo temporal.
    Llegó el último día de trabajo para Marcos en el cuartel, nos habíamos enviado varios mensajes la noche anterior y sabía que estaría algo nervioso así que esa mañana salí un poco antes de casa y me acerqué al bar para poder verle.
    Llegué casi al mismo tiempo que él salía de casa.

    -¿Qué haces aquí tan pronto?- dijo sorprendido al verme.
    -Hoy merecía la pena madrugar un poco, solo quería pasarme a desearte un buen último día de trabajo.
    -La verdad es que estoy un poco nervioso, es raro pensar que será la última vez que me vista así.
    -Te queda bien el uniforme, pero creo que te sienta mucho mejor el azul que ese verde tan triste, con el próximo estarás más guapo- bromeé.
    -Tengo que irme ya, pero luego hablamos ¿vale? A mediodía ya estaré aquí y quiero proponerte algo.

    Se acercó a mí y no pude evitar ponerme un poco nerviosa, Vicente y Loli nos miraban desde el bar.

    -Gracias por venir, extrañaba verte- susurró en mi oído mientras me besaba en la mejilla.
    -¿Vas a dejarme con las ganas de saber cuál es la propuesta?
    -Si, así pensarás en mi toda la mañana- respondió mientras se subía al coche sonriendo.

    Me quedé allí unos segundos viéndole marchar hasta que Vicente llamó mi atención.

    -Lucía ven, entra que te preparo un café.

    Me senté en mi taburete favorito y estuve allí casi una hora hablando con Vicente.
    Nunca me había preguntado por Marcos ni había comentado nada sobre nosotros, a pesar de que llevaba meses viéndome pasar tiempo con él, pero esa mañana si lo hizo.

    -Hace tiempo le dije que se portara bien contigo, espero que lo esté haciendo.
    – Si, puedes estar tranquilo, Marcos es un buen chico.
    -Sé que lo es, pero si alguna vez te trata mal, dímelo y se las verá conmigo, aunque ya se lo advertí la otra noche.

    Me sorprendió aquel comentario.
    Loli estaba en la cocina preparando los pinchos pero nos escuchaba hablar y se unió a la conversación.

    -Está todo el día hablando de ti, que si he quedado con Lucía, que si Lucía viene luego, que si me voy a ver a Lucia, Lucía esto, Lucía lo otro… nunca habla así de nadie y como ya sospechamos lo que le pasa y Vicente te quiere mucho, el otro día le amenazó.
    -No le amenacé- replicó Vicente mientras Loli se reía- me dijo que había quedado contigo pero no viniste, y de pronto ha entrado corriendo y me ha dicho que se iba a buscarte, por la cara que tenía me imaginé que algo había pasado. Yo no quiero meterme en vuestras cosas y no sé si hizo algo mal, pero aquí todos te queremos como a una más de la familia, así que en cuanto volvió le dije que más le valía portarse bien contigo.

    Vicente se refería a la noche que mentí a Marcos, cuando le dije que estaba trabajando y me fui a casa.
    Me pareció divertido imaginar la situación, aunque me sentí un poco culpable, aquella noche realmente fui yo la que hizo algo que no debía.

    -No hizo nada malo Vicente, Marcos siempre me ha tratado bien.
    -Bueno pero no está de más recordárselo, por si acaso- dijo sonriendo.

    Tal y como Marcos suponía, pasé la mañana pensando en él, pero no necesitaba propuestas misteriosas para hacerlo, ya era algo habitual tenerle dando vueltas por mi cabeza la mayor parte del tiempo.

    -¿Has pensado mucho en mí?- preguntó en cuanto me vio entrar por la puerta del bar a mediodía.
    -Si, toda la mañana- dije con burla- ¿Qué tal ha ido todo?
    -Bien, en realidad no tenía mucho que hacer, algo de papeleo y despedidas protocolarias, era más una formalidad que otra cosa.
    -Bueno, pues cuéntame esa propuesta que tenías para mí.
    -La semana que viene es mi cumpleaños.
    -Lo sé.
    -Aún no sé cómo lo organizaré, puede que reserve en algún sitio, aunque algunos años hemos cenado aquí en el bar y luego hemos salido a tomar algo. Sea como sea, quiero que estés, y puedes decir a tus amigas que se vengan también.
    -Marcos… el fin de semana que viene no estoy.
    -¿Cómo que no estás?- preguntó con cierto tono de decepción en su voz.
    -Tengo que ir al almacén central y elegir el género de la próxima temporada para la tienda, normalmente lo hacen ellos, pero este año andan cortos de gente y me ofrecí a hacerlo yo. Voy el viernes y vuelvo el sábado, será un viaje corto y me trae mi jefe en cuanto terminemos, pero allí abren por la tarde hasta las 9, así que no llegaré a casa hasta las 11 como mínimo.
    -¿No puedes aplazarlo o pedirle a Estela que vaya ella?
    -Estela tiene a la niña, además, ya me he comprometido.
    -Bueno, puedo celebrarlo otro fin de semana.
    -No Marcos, no vas a cambiarlo por mí. Podemos hacer una cosa, en cuanto llegue me ducho, me cambio y vengo aquí o quedamos donde estéis para tomar algo, aunque no llegue a la cena.
    -Me apetecía mucho que estuvieras conmigo esa noche.
    -Estaré, llegaré un poco tarde, pero estaré.
    -Dí a las chicas que se vengan a cenar igual, así no tendrás excusa para no venir.
    -No van a querer ir a cenar si no estoy yo, pero por muy cansada que esté, te prometo que esa noche nos veremos, no voy a perderme tu cumpleaños.

    El viernes siguiente cogí el tren por la mañana para irme al almacén central, era una nave enorme situada en mitad de un pequeño pueblo de Ávila.
    Trabajé sin parar los dos días, pero el sábado a las 9 en punto conseguimos tenerlo todo terminado, fueron jornadas intensas, estaba super cansada y ya tenía ganas de volver a casa.
    Escribí a las chicas para quedar con ellas en cuanto llegué, al final Marcos decidió celebrar el cumpleaños en el bar, así que pasaron a recogerme con el coche y nos fuimos allí directas.
    Llegamos unos minutos antes de las 12.

    -Has venido- dijo sonriendo al verme entrar.
    -¿Lo dudabas? Te lo prometí, y además llego justo a tiempo para desearte feliz cumpleaños.

    Le besé en la mejilla y él me abrazó con fuerza.

    -Tienes mala cara- dijo.
    -Estoy muerta de cansancio, hoy he trabajado 12 horas seguidas y otras tantas ayer, pero no podía faltar esta noche, además tenía que traerte algo.

    Le entregué el regalo que le había comprado, era un MP3 en el que metí unas cuantas canciones que había elegido para él y que ya habíamos escuchado juntos.
    El tema de Fito que había descubierto unos días antes, la canción de Luis Enrique que sonaba en nuestro primer beso, Save the last dance for me de Michael Bublé, Franki Valli y los Four Seasons y algunas de las canciones de ese CD de los 90 que tenía en mi casa.

    -Pensé que te gustaría llevarlo cuando salgas a correr o cuando vayas al gimnasio, todas esas canciones me recuerdan a tí, seguro que las reconocerás.
    -Espero que no hayas metido aquí a las Spice Girls– dijo riendo.

    Las chicas también le habían comprado un libro que evidentemente había elegido yo y una chaqueta de punto en azul marino.

    – La chaqueta la elegí yo- dijo Elena- aunque todas estuvieron de acuerdo en que el azul te sienta bien.
    -¿Ves? Te lo dije- miré a Marcos sonriendo de manera cómplice.

    Además de Alberto, Belén y Silvia a los que ya había saludado, Marcos me presentó a un par de compañeros del cuartel que habían ido con sus novias y otros dos amigos suyos que eran vecinos de la parcela y con los que Alberto y Marcos solían salir algunos fines de semana.
    Un rato después nos fuimos a un bar de copas que había en el centro.
    No pude pasar mucho tiempo con Marcos esa noche, aunque no dejamos de buscarnos con la mirada y compartir guiños y sonrisas y los minutos que pude hablar con él no paró de hacer comentarios provocadores, de esos que conseguían sacarme los colores.
    Empezaba a notar la falta de sueño y el cansancio en el cuerpo, las chicas se lo estaban pasando bien así que hablé con ellas y les insistí para que se quedasen un rato más, yo me cogería un taxi y me marcharía a casa.
    Me acerqué a Marcos para despedirme.

    -No puedes dejarme solo esta noche- dijo sujetándome por la cintura.
    -Prometí venir a verte y lo he hecho, pero de verdad, no puedo más, estoy agotada.
    -Entonces me voy contigo y te acompaño a casa. Te echo de menos Lucía, extraño hablar contigo y pasar tiempo juntos, te necesito más de lo que creía.

    Dudé por un momento, después de toda la noche tonteando y escuchándole decir esas cosas, sabía lo que podía pasar si Marcos terminaba en mi casa, pero por mucho que me apeteciese, no podía volver a ocurrir así.

    -No Marcos. Quédate con tus amigos, disfruta lo que queda de tu cumpleaños y mañana si quieres después de comer vienes a casa y pasamos la tarde juntos ¿Vale?
    -Está bien, pero te acompaño a coger el taxi, a eso no te puedes negar o tendré que besarte aquí delante de todos y vas a morirte de la vergüenza, tú eliges.
    -Anda acompáñame, chantajista- dije riendo.

    Nada más salir del bar, me hizo parar y me besó en mitad de la calle.

    -Lo siento, pero es que no aguantaba más.

    Nos besamos de nuevo al despedirnos y acordamos vernos al día siguiente.
    Cuando me levanté, vi que tenía un mensaje de Marta:

    “Voy a hacerte un resumen rápido, ya hablaremos con calma. Después de marcharte, Silvia estuvo toda la noche detrás de Marcos. Él la ignoró, ella insistía, él le dijo algo y ella se fue con mala cara y sin despedirse de nadie. Me gusta Marcos, es un chico listo”

    Sonreí al leer el final de aquel mensaje, aunque el resto no me hacía tanta gracia.
    Era evidente que a Silvia le gustaba Marcos y yo de entre todas las personas, podía entenderla mejor que nadie, pero aun así tenía que reconocer que me molestaba.
    Marcos me importaba mucho más de lo que nunca había sido capaz de reconocer.
    Y esa mañana lo vi claro, había empezado a quererle.
    No estaba segura desde hacía cuánto tiempo, puede que desde el primer beso o lo más probable, desde el primer día.
    Quizás había necesitado saber que alguien más podría aparecer en su vida para ser consciente de que si no hacía algo ya, podría perder a Marcos y no estaba dispuesta a eso.

    Mi madre que era una señora chapada a la antigua siempre nos decía que los domingos teníamos que vestirnos bien, era algo obligatorio en su casa, pero yo desde que vivía sola me pasaba los fines de semana vestida con cualquier trapo viejo y mal peinada.
    Pero esa tarde le hice caso y me arreglé un poco, me puse un vestido que apenas había usado un par de veces pero que me encantaba, la parte superior era de punto en gris y la parte de abajo llevaba una falda de tul en negro, lo combiné con unos leotardos negros y unas botas.
    Eran poco más de las 5 de la tarde, no sabía a qué hora llegaría Marcos así que bajé al chino a comprar algo dulce por si llegaba pronto y tomábamos un café.
    Tenían unas galletas con caramelo que me gustaban mucho, eran bastante grandes pero cogí dos paquetes, estaban tan buenas que nunca eran suficientes.
    Justo cuando regresaba de la tienda me encontré con Marcos saliendo del coche.

    -Si llegas 5 minutos antes me pillas fuera de casa-dije.
    -¿He venido demasiado pronto?
    -No, solo he bajado al chino, pero te estaba esperando.

    Subimos a casa, me quité el abrigo y entré en la cocina para preparar el café, Marcos se quedó sentado en un taburete junto a la barra.

    -¿Siempre te pones tan guapa para ir a comprar galletas? Si lo sé me arreglo un poco, a lo mejor te apetecía salir.

    Marcos llevaba un pantalón de deporte gris, sudadera a juego y una camiseta negra.

    – Así estás bien, tranquilo. Perfecto para una tarde de domingo en casa, prefiero que nos quedemos aquí si no te importa.
    -Por mi genial, una tarde de relax es lo que necesito ahora.
    -¿Qué tal fue la noche?- pregunté.
    -Bien, llegué a casa a las 6 de la mañana, aunque hubiese estado mejor contigo. ¿Has podido descansar?
    -Si, he dormido 10 horas y estoy como nueva, lo necesitaba.
    -Lucía, ayer cuando te fuiste paso algo que quiero contarte, bueno, en realidad no pasó nada, pero quiero hablarte de ello.
    -Lo sé- dije sonriendo.
    -¿Lo sabes?
    -No lo sé todo con detalle, pero recuerda que mis amigas estaban allí.
    -Ayer Silvia insinuó que podríamos pasar la noche juntos, se puso un poco pesada insistiendo y empezó a molestarme así que me harté y le dije que me dejase en paz, que pasaba de ella y que no me interesaba. No pasó nada entre nosotros, ella se fue y el resto nos quedamos allí. Una hora después he vuelto a casa acompañado por tus amigas que tenían el coche en la puerta del bar, me he despedido de ellas y me he ido a dormir.
    -Marcos, no tienes que darme tantas explicaciones, te creía antes y te creo ahora. Puedo entender a Silvia por razones evidentes, pero lo único que me importa es lo que tu pienses, y confío en tu palabra, así que por favor, no hablemos más de ella.
    -Entonces hablemos de ti y de mí, sabes que tenemos que hacerlo.

    Serví los cafés en un par de tazas y me senté junto a él.

    -No quiero que esto se convierta en una conversación de horas repitiéndonos lo mismo una y otra vez, sabes que me gustas, sabes que quiero estar contigo y quiero que intentemos que esto funcione, así que solo voy a hacerte una pregunta y quiero una respuesta clara. ¿Qué es lo que tú quieres Lucía? Es lo único que necesito saber.

    Había llegado el momento, era ahora o nunca.
    O se lo decía claramente o perdería mi oportunidad con él.

    Playlist Spotify Marcos y Lucía

    Responder
    Moetsi
    Invitado
    LaChilena
    Invitado
    LaChilena on #202839

    Que pedazo de capítulo!!!
    Por qué tiene que ser taaaan rico Marcos!
    Deseando que pasen luego los 7 días, para daber la respuesta de Lu!

    #QuieroUnMarcosEnMiVida

    Responder
    Científica empedernida
    Invitado
    Científica empedernida on #202844

    Moetsi, muy buen capítulo!!! Las semanas se me hacen eternas…Lucía está contra las cuerdas, es hora de lanzarse!!!

    Responder
    Azahara Rose
    Invitado
    Azahara Rose on #202850

    Increíble, cada vez se pone mejor la historia. Tengo ganas de más, de saber que pasará en el próximo capítulo, espero que acepte ser su pareja, se lo merecen.
    Gracias Moets

    Responder
    Alma
    Invitado
    Alma on #202858

    Enganchadísima!!! Escribes genial, ganas de leer el siguiente! ??

    Responder
    Pay
    Invitado
    Pay on #202861

    Y ya????? Really??? Ay moetsi esto no se haceeeee!!!!!

    Responder
    M.Ángeles
    Invitado
    M.Ángeles on #202866

    me caguen last leche!!!! siempre me quedo con ganas de más. se me hacen muy cortos ??

    Responder
    María
    Invitado
    María on #202876

    Como nos dejas así??? Necesito más jajaa

    Responder
    Moetsi
    Invitado
    Moetsi on #202880

    ¡¡¡Pero si cada vez hago los capítulos más largos!!! ??
    Además, ya me conoceis con los finales, me gusta ser un poquito mala y dejaros con las ganas, a estas alturas no debería sorprenderos jijiji
    ¿Qué pasará, qué misterio habrá… será la gran noche de Marcos y Lucía?
    Emoción, intriga y dolor de barriga hasta la semana que viene :P

    Responder
WeLoversize no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta web por colaboradores y usuarios del foro.
Las imágenes utilizadas para ilustrar los temas del foro pertenecen a un banco de fotos de pago y en ningún caso corresponden a los protagonistas de las historias.

Viendo 10 entradas - de la 1 a la 10 (de un total de 12)
Respuesta a: Marcos y Lucía: capítulo 8
Tu información: