Por fin he estallado. Estoy hasta los ovarios de los imbéciles que te sueltan que el hipotiroidismo o cualquier enfermedad son sólo una excusa para no adelgazar. Qué claro, adelgazar supone un esfuerzo y, si no adelgazamos, es porque somos unos comodones que preferimos quejarnos. Pues a ti, gilipollas que vienes a juzgar sin conocer la situación de los demás, deja que te cuente una historia.
Érase una vez una niñita gorda. Los médicos le decían que estaba gorda. Sus compañeros le decían que estaba gorda. Compartía su tristeza con su madre y,
su madre, con la mejor intención, la llevó a un montón de dietistas. La niña se lo tomaba en serio. Adelgazaba algo, pero llegaba un punto en el que se estancaba. Y seguía estando gorda. Dejaba la dieta pero seguía comiendo lo que le ponían en casa (comida sana). A lo largo de 18 años intentó ccasi todo: practicó deporte con regularidad (aunque lo odiara), comió fruta y verdura a más no poder, hizo mil dietas, salió a correr a las 6 de la mañana, se saltó comidas y, oh, sorpresa, seguía gorda.
A los 18 le diagnosticaron hipotiroidismo. Con la medicación le fue más fácil perder algo de peso, pero seguía estando gorda. A los 20, se fue de Erasmus y supo que era su oportunidad. Podía probar lo único que le quedaba por intentar. No comer. Así que fue reduciendo sus raciones cada vez más. Contaba calorías, hacía planes para la semana (hoy 300 calorías, mañana ninguna, pasado 500…), se atiborró a café para mantener activo el metabolismo (y rendir clase, porque suspender NUNCA fue una opción). Cayó en depresión, perdió la regla, bajó de peso, llegó a pesar menos que a los 15. Pero, aunque su cara estuviera demacrada, aunque sus brazos no tuvieran fuerza y sus pechos estuvieran deshinchados, nadie habría dicho que esa era una chica delgada. Se había esforzado al máximo y sólo le había servido para destruir su salud mental.
Se puso en tratamiento, se apoyó en su entorno, y resurgió de las cenizas como el ave fénix. Le costó, pero aprendió a quererse. A los 26 hizo su primera dieta por amor y no por odio hacia su cuerpo. Volvió a engordar unos kilos. Ahora sólo le importa su salud, la física y la mental. Y se dedica a decirles a gilipollas como tú que no tienen ni idea. Que adelgazar no es tan fácil como «comer sano y hacer ejercicio». Que hacer que una persona sienta que no se esfuerza lo suficiente puede afectarles y desencadenar problemas graves. Que si lo que vas a decir por esa enorme bocaza no son palabras de aliento, la cierres.
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A todos los que me habéis leído y no sois gilipollas, gracias por llegar hasta aquí y lo siento por la chapa, pero es algo que necesitaba decir. A los que aguantáis gilipollas como los que describo, os mando mucho ánimo para mandarles a la mierda y todo mi cariño <3