Soy la última de 4 hermanos, la única chica y la que mi madre más despreció siempre. Cuando yo nací, mi padre nos abandonó. Él era un hombre con serios problemas de drogodependencia que jamás hizo nada por solucionar y mi madre no quiso ver. Cuando se fue, dejó a una mujer sin trabajo con 4 hijos y sin nadie que pudiera ayudarla. Empezó a trabajar limpiando casas y portales. Pasaba todo el día fuera y a mí me cuidaba una vecina mayor que no había tenido hijos. Mis hermanos estaban siempre en la calle, sin que nadie supiese si comían, se duchaban o si iban al colegio.

Cuando empecé el instituto, mi madre trabajaba algo menos, pues la habían contratado en un bar de camarera y con eso podía (más o menos) pagar nuestras necesidades. A mi Carmen (mi vecina) siempre me compraba ropa bonita, material para el colegio, pero mis hermanos se celaban y me rompían mis cosas. Cuando llegó la adolescencia fui consciente de la gravedad de las cosas que veía en mi casa cuando mis hermanos y yo nos quedábamos solos. No tenían 15 años mis hermanos mayores (son gemelos) la primera vez que los vi liar un cigarrillo al que le echaban algo que olía muy fuerte. Ahora, que yo tenía esa edad, veía a mis hermanos fumando porros todo el día como si fuese lo más normal, y llegar a casa totalmente fuera de sí cuando salían de marcha.

No fue extraño para nadie la primera vez que detuvieron al pequeño. Yo tenía 16, él 23. Lo habían pillado robando en una gasolinera y, al cachearlo, llevaba tanta droga en la riñonera que no hizo siquiera amago de justificarse. Mi madre llegó a casa esa madrugada, tras dejarlo en el calabozo, y me echó la bronca más gorda que había echado a ninguno de nosotros jamás, porque había suspendido una y no se lo había dicho.

En realidad, sí lo había hecho, pero estaba tan ocupada escondiendo las jeringuillas de los gemelos, que no me había escuchado. Carmen me ayudaba con las matemáticas, pero no tenía ni idea de historia y a mí me costaba muchísimo memorizar tantos datos y tantas fechas.

Cuando uno de los gemelos ingresó en el hospital por una sobredosis, mi madre me castigó durante un mes sin ir a casa de Carmen. Yo, con las hormonas en plena revolución, sin haber tenido en mi vida una sola figura de apego ni alguien que mirase por mí más que Carmen, juré revelarme contra ella cada minuto de cada día. Así que no hacía mi cama (ya veis qué grave), faltaba al instituto, dejaba las tareas de casa sin hacer… y mi madre, cuidando el único hijo varón que tenía en casa, al que debía llevar la comida y dejarla puerta cerrada lo máximo posible para que no saliera a chutarse de nuevo, me decía que yo era la peor desgracia que le había podido tocar como hija, que mi padre se había ido por mi culpa y que había hecho bien para no aguantarme.

Mi hermano murió en el hospital. En un descuido se tomó algo (nunca supe qué) que un médico había dejado a la vista y su corazón se rindió con 28 añitos. Mi hermano más pequeño entra y sale del cárcel tantas veces que no llevo la cuenta. El gemelo que sobrevivió a la heroína quedó muy tocado y, aunque ahora está limpio, nunca más volvió a hablar.  No puede vivir solo, así que mi madre lo cuida como a un niño pequeño.

Yo, cuando cumplí 18 me fui a vivir con Carmen. Ella me ayudó siempre y gracias a ella saqué mi carrera de trabajo social y tuve recursos para formarme y llevar una vida digna. Poco después de empezar a trabajar, Carmen falleció. Parecía que había esperado a ver que mi futuro estaría bien antes de irse. Le debo tanto…

Hace poco volví a tener contacto con mi madre. Sé que ella hizo lo que pudo con toda la mierda que le tocó vivir, pero eso no justifica lo mal que me lo hizo pasar a mí. Siempre me culpó de que mis hermanos quisieran llamar tanto la atención y acabasen drogándose, porque yo era tan guapa y Carmen me mimaba tanto… Nada de eso tenía sentido y yo jamás pedí ser criada por una vecina… Tuve la enorme suerte de que Carmen fuese el ángel que fue, pero podría haber sido como los tíos de Harry Potter…

Voy de vez en cuando a casa de mi madre, intento convencerla de que ingrese a mi hermano en un centro e intente vivir su vida un poco más dignamente. Ella no quiere, dice que ve en él a mi padre y no quiere que muera como lo hizo él: “solo y tirado como un perro”.

Y esta es mi historia: toda la vida siendo la mala de mi casa, cuando fui la única de los cuatro que no se enganchó al caballo…

Y por esto me cuesta tanto apreciar ese rollo que se lleva ahora de romantizar los 80´s y 90´s, que para mí fueron las décadas del horror que llevaron a mi familia a la autodestrucción.

 

 

Escrito por Luna Purple basado en la historia real de una seguidora.

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