En mi caso, tengo unos gustos bastante particulares respecto a lo que a pornografía se refiere, pero tampoco le hago ascos a determinado porno mainstream, la verdad.

La cuestión es que, mientras que muchas otras personas ven en el porno una vía de escape para dar rienda suelta a sus fantasías, yo suelo buscar vídeos en los que las parejas follen de forma parecida a como lo hacemos mi pareja y yo. Y ya, si consigo encontrar a chicos que físicamente se parecen al mío, para qué pedir más.

Así fue como descubrí a este actor porno en cuestión.

Como no recuerdo su nombre, lo llamaré Pierre Van Dick y me quedaré más ancha que larga. Pierre Van Dick era el típico vikingazo empotrador que tan loca me vuelve. Sus vídeos eran la justa mezcla necesaria entre algo amateur y algo producido, follaba salvajemente, pero con cierto «cariño» y su forma de tener sexo era apasionada y dominante sin entrar en los típicos videos más hardcore o incluso BDSM.

Me resultaba curioso que, casi siempre, en sus vídeos aparecían las dos mismas chicas y, ocasionalmente, alguna que otra diferente, pero lo que más llamó mi atención fue su parecido físico con mi churri.

Aunque parezca que esta labor de investigación me llevó días, simplemente fueron los frutos de una tarde en la que estaba aburrida y cachonda en la soledad de mi casa, esperando a que mi churri volviera del trabajo.

En mi labor de detective guarra, vi que en su perfil de esa reconocida página de vídeos porno aparecía su cuenta oficial de Instagram, y me pregunté qué clase de contenido podría publicar un actor porno en Instagram sin que le bloqueasen la cuenta, así que allí que fui.

Mi dedo se movió solo cuando le envié la solicitud de seguimiento para poder ver su perfil, que estaba en privado. Inmediatamente, recapacité.

Aunque no debería ser un estigma, todos mis contactos podrían ver que estaba siguiendo a un actor porno, y no me apetecía dar explicaciones ni nada por el estilo, así que cancelé la solicitud de seguimiento y seguí con mi aburrimiento mirando los stories en bucle.

En ese momento, una solicitud de mensaje apareció en mi pestaña de solicitudes: «Pierre Van Dick quiere enviarte un mensaje».

Pierre me preguntaba por qué había cancelado mi solicitud de seguimiento y cómo alguien de España se había topado con él. Yo eliminé la solicitud e hice como si no hubiera leído nada; pero, a los pocos minutos, me llegó otra solicitud de mensaje desde otro perfil (no oficial) con su nombre. Podría haber pensado que se trataba de alguien suplantando su identidad pero, de ser así, no me habría vuelto a preguntar lo mismo que en su anterior mensaje, seguido por un: «No me ignores, belleza».

Esta vez sí que le contesté. Había conseguido llamar mi atención y estaba aburrida (ya os lo advertí). 

Desde un principio le dejé claro que no pretendía nada, salvo cotillear un poco, y que me había arrepentido al instante y por eso había cancelado la solicitud de seguimiento. Él intentaba convencerme de que no está mal seguir a un actor porno y, como no consiguió lo que pretendía, me dijo que él sí que me iba a seguir a mí, ya que tenía el perfil público.

No sé por qué sentí la necesidad de aclararle que tenía pareja y él me dijo: «Ya lo sé, he visto su perfil y hace muy buenas fotos. Sobre todo a ti. Bonitas tetas».

Me preguntó si mi novio no se pondría celoso si supiera que estaba hablando con un actor porno y le dije un rotundo «No», porque aquello no era más que una simple conversación con alguien que estaba a miles de kilómetros. Aun así, todo se tornó algo turbio cuando empezó a preguntarme qué era lo que más me gustaba de sus vídeos. Le respondí con un escueto: «Simplemente, te pareces a mi novio».

A partir de este momento, la conversación pasó a ser más bien un monólogo por su parte en el que exponía que, a pesar de no ser su tipo de chica, él estaría encantado de follarme porque era muy guapa y tenía buenas tetas, y que no sería la primera vez que se había follado a una fan. Añadía que era una lástima que viviera tan lejos.

En ese instante, lo que había empezado como una conversación más o menos divertida, con el consiguiente «morbo» de hablar con un actor porno, me empezó a resultar desagradable.

Le aclaré que yo no era una fan, que solo follaba con mi novio y que iba a proceder a bloquearle. Él se disculpó y me prometió no volver a decir algo así. Alegó que estaba acostumbrado a que eso era lo que pretendían leer las chicas con las que hablaba por privado y yo lo dejé en visto.

Es verdad que al final no lo bloqueé, pero pasé de él olímpicamente.

Pasados un par de días, volvió a intentar entablar conversación. Esta vez con un simple: «¿Qué tal estás?¿Qué estás haciendo» a lo que yo respondí que iba a la peluquería.

No sé si es que no le gustó mi corte de pelo (porque pude ver que había visto mi historia en la que lo enseñaba), que se hartó de mis largas o qué fue exactamente, pero minutos después me bloqueó y nunca más supe de él.

Cuando le conté la historia a mi chico, bromeó con la posibilidad de que yo podría haber huido con un famoso y haberle puesto los cuernos con un clon suyo pero con más polla. Pero imaginaros la poca importancia que le pudo dar cuando, hace poco, le comenté que iba a escribir este artículo y ni siquiera se acordaba de la anécdota en cuestión (ja, ja, ja).

Anónimo.