EL GRANO EVENTO

Algunas tenemos ya una edad pero solo para unas cosas, para otras, seguimos viviendo en plena pubertad. Como, por ejemplo, para el acné juvenil. Sí, estando más cerca de la jubilación que de la adolescencia, puedo decir, que aun mi piel no se ha limpiado de impurezas y que sigo teniendo épocas en las que me contengo para no darle al Roacután.

A veces pienso que es una suerte tener la piel “mixta” porque asegura el retardo en la aparición de arrugas. Por su parte, “mixta” es un nombre con el que no estoy para nada de acuerdo. Yo la llamo piel “putoloca” y, es que a veces, tengo que tirar de hidratantes porque se me resecan zonas y otras podría freís churros encima de la famosa “T”. Pero es como todo en mi cuerpo, ni pelo liso ni rizado, ni pecho izquierdo como el derecho, ni pies si quiera del mismo tamaño. Soy imperfecta de nacimiento. No niego que no mole, es que a veces, desespera.

Volviendo al tema de los granos, hay un factor que históricamente se ha venido dando en mi cara desde tiempos inmemorables: el Grano Evento.

Seguro que solo con nombrarlo muchas sabéis ya de lo que hablo. Es ese tipo de grano que comienzas notando al pasarte la mano unos días antes de una fecha señalada. “¡Uy!, diría que aquí me quiere molestar algo, un leve dolorcito en una zona de la cara, o eso creo”. Cree cree, que ahí viene.

En pocos días, incluso a veces en pocas horas, un bulto comienza a cobrar vida debajo de tu epidermis. Es como la peli de “Alien Resurrection”, te sale un cuerpo extraño desde dentro. El bulto comienza a cambiar de aspecto y a hincharse cada vez más, cambiando incluso el color de la piel y tornándolo desde rosáceo a rojizo, llegando, en casos extremos, a los tonos violáceos. 

Definitivamente ya está entre nosotros, es el Grano Evento. Ese que te sale para cada situación en la que tu cara debe lucir lo más impecable posible: una cena de empresa, unos carnavales, una boda… No discrimina, es inclusivo, paritario y nunca defrauda. Si no fuera un foco de atención que atrae todas las miradas, sería un perfecto acompañante.

Entonces comienza el famoso ritual. En mi caso, lo primero es informar debidamente a mi amiga del alma, para tener apoyo moral ante semejante disgusto. Después comienza el ejercicio de fuerza de voluntad: no voy a tocarlo. 

Ese es el objetivo. Pero, juraría, que siempre sale mal. Comienzas creyéndote fuerte, pero luego todos tenemos nuestros momentos de debilidad, incluso de creernos que aplicando una leve presión con dos dedos la piel cederá y se liberará para poder lucir seca y limpia para el momento indicado. ¡Qué te lo has creído! La presión termina siendo un achuchurre con toda la fuerza que podamos ejercer y suele terminar sin éxito. Al contrario, la zona acaba quedando para calificarla como “zona cero” y el remedio, es peor que la enfermedad.

Hablando de remedios, todos conocemos alguno que nos han aconsejado y lo intentamos. Los probamos todos: la pasta de dientes, los parches que resecan, los rezos a la Virgen de Fátima…Mil veces los hemos probado y nunca han dado resultado. Pero insistimos. Mucho. En vano, claro.

Llega el día y ahí está. En tu cara. El espejo no miente y puede que tengas los ojos más bonitos del Universo, los labios más apetecibles y carnosos o una nariz de modelo; que el grano atrae todas las miradas y eclipsa el resto del conjunto.

Es el momento de aplicar la táctica de camuflaje: el maquillaje. Base, base en crema, base líquida,  BB-Cream, polvos fundentes, polvos a secas, colorete, masilla ninja…todo para cubrirlo como sea y que apenas se note. 

A la luz del cuarto de baño parece que lo hemos conseguido. Nada más lejos de la realidad. Él se agazapa detrás de todas esas capas para salir en el momento más inesperado. Y da igual que te hayas llevado una bolsa del Mercadona llena de productos, cuanto más lo intentas disimular, él más quiere aparecer. ¡Es un auténtico luchador! 

Al final del día desistes…si es que consigues resistir la tentación de, ante el espejo de cualquier baño, hacerle una llave de Judo para intentar sacarlo y que se te quede la cara como un Picasso. Si no sucumbes a esto, pasa una cosa que es más matemática que las derivadas: de tantos productos que le has untado, se ha madurado, nivel extremo, como grano y como ente, y ahora en vez de ser rojo es ¡totalmente blanco! 

Y ahí estás tú, en el evento, con grano como protagonista, viéndolo reflejado en las pupilas de las personas con las que hablas. Sabiendo que, incontrolablemente, él silencia todas tus palabras, porque es imposible no mirarlo y quedarte hipnotizado. Es más, todo el mundo se lo pregunta, aunque nadie se atreve a decir: “¿PUEDO ACHUCHURRÁRTELO?”.

Sí, Grano Evento, has ganado. 

Pero no me rindo, siempre lo seguiré intentando. 

Decidme, eternos jóvenes de piel mixta y grasa ¿alguien se siente identificado?

 

MUXAMEXAOYI