Nunca he sido muy fan de Dani Martín. Es más, reconozco haberlo tenido cruzado durante bastante tiempo (nivel gritarle a la tele cuando aparecía por lo que fuera). Luego, cosas de la vida, conseguí neutralizar casi todos mis prejuicios. Hasta hace unos días me daba bastante igual: musicalmente no me atrae NADA y personalmente SIN MÁS. Pero el otro día fue como invitado a La Resistencia y la entrevista estuvo tan bien (quitando algún momento intensito que no podía faltar, claro), que me fui a la cama pensando que yo ya tengo bastante con eso de que Paz Vega haya empezado a caerme chachi por culpa de Masterchef y que esto no puede ser.

El tema es que además de esta reconciliación (Broncano y vídeos de perros follando mediante), me ha sorprendido muy gratamente con esta publicación en su cuenta de Instagram:

Me parece fundamental que una persona tan famosa como Dani Martín exponga sus complejos de una manera tan natural y visibilice una enfermedad que sufre mucha más gente de la que podríamos llegar a pensar. Además es un hombre mostrando sus vulnerabilidades y, aunque no haya que darle un pin por esto, es importante que empiecen a participar en este tipo de acciones para que la juventud encuentre referentes más humanos en las redes sociales y se sienta identificada con las personas reales que se encuentran detrás de todas esas cuentas de Instagram verificadas y con cientos de miles de followers.

La rosácea es una de esas movidas de las que se habla muy poco, todas conocemos a alguien de nuestro entorno que la sufre y que intenta esconderla como bien puede. Se trata de un desorden crónico de carácter inflamatorio que afecta principalmente al rostro y que padecen en silencio muchísimas personas, intentando mantenerla a raya (porque por ahora no tiene cura), cuidando mucho la alimentación y teniendo especial cuidado con la piel con tratamientos de uso tópico e incluso con antibióticos y otros tratamientos vía oral.

En la entrada de Wikipedia dicen esto:

La rosácea se asocia a veces con baja autoestima, baja confianza en sí mismos, vergüenza fácil, tendencia al aislamiento, disminución en los encuentros sociales y, en definitiva, una calidad de vida disminuida. Hasta un 65 % de las personas que padecen rosácea también presentan algún grado de depresión.

Una enfermedad que puede llegar a acomplejar hasta la depresión a quienes la tienen no es ninguna coña. En mi opinión esto está directamente relacionado con el ideal de piel perfecta que se nos vende (y se nos exige en gran medida) desde la publicidad y los medios de comunicación. Por eso es casi un acto de responsabilidad social que personas como Dani Martín den visibilidad a este tipo de realidades, tan comunes y ocultas al mismo tiempo.

Imperfectas y reales somos todas… di que sí, Dani Martín.