Volver a empezar a los 30.

A los 30 años ya se supone que tenemos que ser personas adultas y funcionales, ser un engranaje más en la sociedad, trabajando, pagando impuestos, casas, coches, planeando la boda o los niños antes de que “se pase el arroz”. Pero claro, antes tienes que haber viajado, salido, estudiado, ahorrado, obtenido la experiencia necesaria, la soltería la tienes que haber vivido a tope, pero también haber vivido con tu pareja antes de casarte o pensar en niños. 

Toda esta presión a la cortísima edad de 30 , dejadme en paz leyendo la Súper Pop y pensando bien lo que quiero para mí y para mi futuro.

Era dependienta y encargada, con los horarios que eso supone, vivía con mi pareja, ahora ex, tenía una hipoteca a 30 años y ya llevaba el anillo de compromiso.

Un día al lavarme la cara por la mañana me fui a poner el anillo y pensé, no es lo que quiero para el resto de mi vida, no quiero nada de esto, no me gusta mi pareja y nuestro polvo semanal aburrido, no me gusta la quedada de parejitas los domingos en el bar de abajo, no me gusta mi trabajo y menos sentir que ahí descanso de mi vida. Odio mi piso a las afueras, y el anillo en el dedo sólo me provoca angustia. 

Si no lo hacía ya, iba a ir a peor, a muchísimo peor. Sí, lo hice, renuncié a todos mis “contratos fijos” para volver a mi ciudad a casa de mis padres, ahora, dos años más tarde, me veo opositando. 

Con mi historia quiero decir que no es necesario adentrarse en la vida que teníamos planificada, y muchísimo menos con 30 años.

En el ámbito laboral aún tenemos 35 años por delante como para tener que conformarnos con algo que no nos hace felices, estamos muy a tiempo de rehacer nuestra profesión, volver a empezar con ilusión y lo podemos hacer muchas veces, cambiar de ciudad, de carrera, de trabajo.

 No deberíamos conformarnos con ir a trabajar todos los días a un sitio que nos de angustia o no nos hace felices, tenemos edad para equivocarnos todavía muchas veces.

En el amor, partimos de que el amor no tiene edad, ni es necesario para vivir. El único amor necesario es el amor propio y una vez trabajado ese, lo demás venga o no, se disfruta de una forma totalmente saludable y rodeada de felicidad.

Es la mejor edad para poder volver a empezar, lo que hemos querido siempre, con lo que hemos soñado, el camino que no tomamos, ese camino en el que pensamos muchas veces, si hubiera seguido haciendo esto, si hubiera estudiado esto, si hubiera viajado, si me hubiera mudado.

 Amigas sigue siendo el momento de hacer que el “hubiera” desaparezca y lanzarnos a la vida, con la experiencia y juventud necesaria. No será fácil, pensarán que estamos locas, que lo teníamos todo hecho, pero queda mucho de esta corta vida como para conformarnos.

Lucha hermana por lo que quieres y mereces. 

Si no es ahí, lo sabes, no te quedes.

Corre, vuela, vive, ámate.

Cristina Traeger.