Los días como hoy me recuerdan para qué está la nostalgia.

La lluvia igual que los recuerdos aparece de repente y moja todo lo que encuentra a su paso.

En días como hoy vuelvo a la puerta del bar que durante lo que duró lo nuestro fue mi sitio favorito en el mundo. Vuelvo a verme con el vestido negro que lleva demasiado tiempo en el fondo de mi armario y esos dichosos tacones que juré nunca más ponerme (creo que esa es la única promesa que aún mantengo).Vuelvo al instante en que la línea que trazó mi mirada se interrumpió en el marrón de tus ojos, y sin saberlo ya había empezado a desatarse en mí la locura que algunos denominan amor.


La nostalgia, es una sutil arma de doble filo, consigue que recuerdes y a la vez que nunca olvides.


Miro a la pared donde antes estaba tu foto y pienso en cada número de nuestra ecuación buscando donde está el fallo, cual fue el detonante que hizo que todo se fuera a la mierda, y como siempre nunca lo encuentro (y aún así no paro de repetir cada momento en mi cabeza).

Tenías razón cuando me decías ¨es tan bonito que no lo podremos olvidar nunca¨. Llevo mucho tiempo intentándolo y ahí sigues como una herida abierta que ningún punto y final consigue cerrar.


Dicen que hay que aprender a vivir con las heridas, con los golpes y los daños, que son esas cosas las que nos hacen tal y como somos. Y qué mierda que sea verdad.

Reconozco que mucha de la culpa es mía, pues aún guardo en una caja todo lo que fue nuestra historia y no sé que me da más pena,  si ser incapaz de deshacerme de ella o que en una simple caja de cartón pueda entrar todo lo que un día llamamos ¨nuestro¨.

Tengo la esperanza de que tu herida un día cierre, o que no me duela tanto como ahora,que poco a poco ya no suenen los acordes de esa canción que sonaba en tu coche y cantábamos como dos tontos enamorados desafinando y rompiéndonos en mil sonrisas.

Ahora vuelves a mi mente y a mi cama los días de lluvia, algo es algo. Al menos ya no nos veo en cada pareja que va cogida de la mano, ya no aparece tu perfume sin avisar y me envuelve, ni me recorren 1000 voltios el cuerpo cada vez que dicen tu nombre.

Parece que ya  deja de llover, es hora que se vaya la nostalgia; nos vemos en la próxima tormenta.

Al fin y al cabo, no fuimos más que dos besos tontos y cuatro tequilas, ¿no?.

 

El caos de mis rizos