Antes de ser mamá pensaba que tener un retoño no te cambiaba la vida. Siempre repetía y repetía “todo es cuestión de organización, se puede seguir haciendo prácticamente las mismas cosas”. Hola yo del pasado, has acertado, ¡pero de pleno! (Nótese el modo ironía activado).

Nunca crees que cosas tan básicas como comer, ducharse o ir al wc se acaben convirtiendo en una odisea. “Son habladurías, seguro que hay un modo de hacerlo como siempre”. Tranquila, sí, existe un modo: cuando duerme. Pero al contrario de lo que la gente piensa, la gran mayoría de los bebés lo que menos hacen es dormir. Así que, prepárate para hacerlo con el/la peque en brazos, llorando o haciendo alguna maldad (si ya se desplaza con autonomía).

Sobre el sueño, te mentalizas a que al principio será duro, pero llegará un momento en el que se regulen sus ritmos, dormirá genial y de rebote tú. Además, papá se despertará también. Amiga mía, siento decirte que, aunque tu bebé duerma del tirón, hay algo que se te activa en la cabeza, que te va a despertar cada X minutos para comprobar que todo va OK. Antes de que diga “ay” habrás abierto los ojos, saltado de la cama y lo tendrás en brazos, pero por mucho que llore a grito pelado, tu pareja seguirá roncando como si no hubiera un mañana. No le busques la lógica, ¡no tiene sentido! Y, si das pecho, dará igual que no pida, si no le enchufas, no te volverás a dormir.

“Si no duermo ocho (diez) horas, no soy persona. ¡No voy a poder vivir!” Te acostumbras a no dormir y desarrollas batería infinita. Tu peque te da esas fuerzas solo con mirarlo, también sabes que no te queda otra (la mamitis no es un mito). Pero tendrás un nuevo mejor amigo: el café! ¿Y qué hay del mal humor mañanero? Espera a que tu baby te dé los buenos días con una sonrisa al verte. Eso cura todos los males.

El tiempo en casa crees que te va a seguir cundiendo y destinarás unos ratitos para jugar con el churumbel al día. Ay, alma de cántaro, todo el tiempo que estés en casa a solas con el baby, serán momentitos para, con y por el baby, además de que cada vez te demandará más. Y te podrá llegar a resultar frustrante, te agobiarás de ver que no puedes hacer absolutamente nada para ti o de organización. Es inevitable, pero… ¡Disfruta, esos ratitos no vuelven!

Te encanta salir de fiesta con los amigos y, porqué no, tomarte más de una(s cuantas) copichuela(s), cosa que te prometes que harás, al menos, una vez al mes, dejándolo con los yayos, desde que el “bebé tenga seis meses, digo siete, ¡bueno diez! A partir del año es la clave. Pero es que está acostumbrado a que esté cuando se despierta… dentro de unos añitos…” Asentar un ritmo de ocio es complicado, cuesta despegarse de nuestros pequeños, pero cuando tienes la ocasión de hacer un plan festivo, te hace hasta ilusión, estarás pendiente del móvil como si se te fuera la vida, pero lo disfrutarás como la primera vez.

Crees que no cambiará nada en la pareja. Prepárate para entrar de lleno en una relación nueva, porque tanto papá, como mamá se transforman, y es difícil que se cumplan esas expectativas del uno hacia el otro. Pero tengo una buena noticia: que el sexo desaparezca es un mito. Poco a poco dejarás los “polvos ninja” para recuperar la normalidad (dentro de lo que convivir con una tercera personita bajo el mismo techo permita).

Y mi favorito: “nunca reñiré a mi hijo/a”. Tu paciencia alcanzará límites insospechados, pero no será infinita. Le reñirás, pero te controlarás, aunque eso sí, que te perdone quien ronde a tu alrededor, porqué será el receptor de esa impotencia contenida.

Resumiendo todas nos hacemos una imagen idílica de cómo seremos cómo madres, cómo se comportarán nuestros peques, cómo será esa relación a dos y a tres. Es difícil no frustrarse o agobiarse al ver que nada se cumple, pero, como absolutamente todas las mamás dicen, no hay cosa que compense más. Disfruta al máximo, porque recuerda que la edad del pavo acecha.

Marihola H.