¿Habéis oído hablar del Método Marie Kondo? Pues lo mismo con las personas. Mucho se habla de toxicidad en la pareja, en la amistad, en el trabajo, en la familia… Es difícil y bochornoso asumirlo, pero si esa persona es contra todo pronóstico un@ hij@ de la gran puta.. Adiós y gracias.

Porque eso es la toxicidad: Hijoputismo. Que sí, que sí. Qué mal definirlo así, ¿no?. Ahora nos gusta poner nombres a las cosas. Porque si tienen nombre, si podemos hablar de ello, es porque EXISTE. Cuando no se nombran acaban siendo un tabú.

Muchos hemos crecido en un ambiente abusivo, tóxico y negativo, rebosante mierda con malas intenciones y referentes traumados como modelos que lo único que han conseguido es reproducir decadencias emocionales o patrones de conducta asocial. Hoy en día sé que ante esto solo pueden ocurrir dos cosas: La primera es la repetición y reproducción. Nos convertimos en aquello que vemos e imitamos lo que hemos vivido toda la vida porque asumimos que es la normalidad y que “así se hacen las cosas aquí y punto”. La otra es el distanciamiento y el proceso de cambio. Donde detectamos las conductas que nos hieren y no se lo hacemos a los demás. Uno se trabaja a sí mismo para evitar todo lo que lleva a relaciones disfuncionales o resultados negativos. De joven era del primer grupo. Ahora después de muchos años de aprendizajes soy de las segundas.

El paso está en asumir que todos hemos sido víctima y verdugo. A todos nos han engañado, pero también hemos mentido. ¿Quién no ha hecho algo a sabiendas de que le haría daño a alguien? Porque siempre hay dos caras de cada historia, y todas hemos tirado la primera piedra y hemos escondido la mano alguna vez, y quien diga que no…

Miente.

Porque somos humanas, y nos equivocamos. Nos caemos y nos levantamos. Y las que somos listas aprendemos.

Ya tenemos una edad y pelos en el coño para enfadarse y no decir nada, para volvernos unas controladoras con celos inútiles y sin fundamento (al loro con esto que da para otro post), crear vínculos emocionales por necesidad o interés, depender de los demás, reaccionar desmesuradamente ante un conflicto y, por supuesto, ni hablar de discursos abusivos, chantajistas o amenazantes.

Digo esto porque es de gran importancia detectar la toxicidad en las personas y alejarse de ellas. Pero más importante todavía es saber cómo reconocerla en nosotras mismas, llegar a revisar nuestras propias acciones, mejorar y cambiar aquello que nos impide crecer. Tenemos que desprendernos de todos aquellos pensamientos y acciones que SABEMOS (porque lo sabemos) que no funcionan y empezar a actuar en consecuencia.

Como he dicho al principio hay que decir adiós a las personas tóxicas, adiós y gracias por lo que me has enseñado. Pero empecemos con un adiós y GRACIAS a nuestras toxicidades, porque cuando las ves, las cambias, aprendes, te ayudan a crecer y así puedes llegar a ser mucho mejor persona contigo misma y con quien te rodea

 

Moreiona