He tenido tantísimas veces esta conversaciones con amigas y amigos tan distintos en los últimos cinco años que ya me duele la garganta de expulsar tantas veces las mismas palabras por la boca.

La que más me marcó la patata fue la que tuve con mi amiga rusa en inglés en medio del Oktober Fest de Munich. O sea, es que no me lo podía creer. Mi amiga rusa habla cuatro idiomas, tiene dos carreras, una oratoria acojonante y una presencia que te tiras para atrás, además de ser una MUJER, así con mayúsculas. Y en medio de la fiesta de nuestra vida, en el reencuentro de todos los Erasmus, entre cervezas, música y alegría la tía se me pone a llorar.

‘Pero chocho ruso, ¿qué te pasa?’, ‘nada tía, que no sé qué mierdas hacer con mi vida, que acabé la universidad en mayo y ya nada tiene sentido, no sirvo ni para respirar’, ‘¿pero tú te has visto, pedazo de vikinga bajada del cielo?’, ‘qué va tronca, no sé hacer nada’.

SI TE COJO Y TE PARTO POR LA MITAD YA VERÁS TÚ SI SIRVES PARA COSAS, ME CAGO EN TODAS LAS MATRIOSKAS DE TU ESTIRPE.

Pero señor mío, cómo es posible que una mujerona como esa estuviera planteándose su existencia porque no sabía qué hacer con su vida CUATRO meses después de que acabara la universidad. La rusa porque era rusa, pero la de Extremadura me vino con la misma historia, la del pueblo de Alicante también y la compañera de clase de la capital más de lo mismo.

A ver chochos, que os cuento un secreto: NO PASA ABSOLUTAMENTE NADA POR ACABAR LA UNIVERSIDAD  Y NO TENER PLANES DE FUTURO INMEDIATOS.

La universidad, el instituto, el máster, las prácticas o un curro indefinido. No pasa nada porque se acabe una etapa de tu vida y no sepas qué va a pasar en la siguiente.

Relaja, piensa, decide y mueve ficha. Lo bueno de que no pase nada, es que es una maravillosa oportunidad para que pase absolutamente cualquier cosa. Baraja opciones, mira alternativas, investiga tranquila y cuando encuentres algo que realmente te gusta y que merece tu atención y tu tiempo, entonces y sólo entonces, pártete el culo en cuatro para conseguirlo.

No tomes decisiones precipitadas, no te conformes con cualquier cosa, no te tires a la piscina si no te gusta el agua, colega. Que te la sude la presión de fuera y de dentro, que no te martilleen la existencia los comentarios de ‘¿y ahora qué vas a hacer?’ ‘¿sabes ya qué va a ser de tu vida?’ ‘¿no has decidido todavía qué quieres?’. Que hablen, tú déjales que hablen, pero no les escuches. ¿Sabes por qué? Porque la decisión es tuya, la vida es tuya y las consecuencias van a ser para ti, así que hasta que tú no sepas qué quieres, no te precipites.

Que a día de hoy nos pensamos que un año es muchísimo tiempo, hasta nos agobia estar algún que otro mes sin hacer nada, pero con perspectiva, doce meses en una vida no son nada. Y si en vez de doce necesitas veinticuatro, pues te los tomas. Y punto.

Si necesitas dinero, te buscas un currito. Si necesitas explotar tu creatividad, te sumerges en un proyecto. Si lo que quieres es sentirte útil, haz voluntariado. Pero por el amor de Yisus, no te metas a hacer cosas que requieran de tu tiempo y tu esfuerzo porque no sabes qué otra vaina hacer. Conócete, investígate, descúbrete.

La vida fluye, compañeras. Un día te crees que no tienes nada que hacer, que tu existencia no tiene sentido y que no sirves ni para descorchar una botella de vino y al día siguiente estás en un curso súper interesante, con un trabajo nuevo y diez personas con las que quedar a tomar café. Así va esto, rollo montaña rusa, altos y bajos y, -SORPRESA-, hay que saber disfrutar de cada etapa.

Esto es como un matrimonio contigo misma, tienes que quererte en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en los momentos de no tener tiempo ni para dormir y en los que no haces otra cosa que estar en la cama dándole vueltas a tu vida.

Disfrútate, que como tú no hay dos y has tenido la puta suerte de ir a dar contigo misma.