Aún puedo recordar los nervios de aquella tarde, con mi ropa tirada de cualquier manera por la habitación, con mi maleta en el suelo, abierta de par en par y mis intentos frustrados de conseguir meter todo mis por si acasos, a pesar de no tener ni idea de qué me esperaba encontrar.

La despedida de mi familia en el aeropuerto, el miedo al montar en el avión, la sensación de emprender algo nuevo, algo desconocido y salvaje totalmente sola.

 

Y entonces os encontré a vosotras, exactamente igual de perdidas que yo, pero con las mismas ganas de comernos el mundo. Y aquella ciudad que era nueva para mí, dejó de ser ciudad para volverse un poquito más casa.

Y así fueron apareciendo las tardes de cerveza después del trabajo, las risas. Aquel buffet chino dónde no podíamos parar de comer, las escapadas a pueblos de la costa, las fotos haciendo el tonto, las noches sin dormir bebiendo cerveza y comiendo pizza, las salidas a bailar, los momentos tristes cuando echas de menos a los tuyos. Sin darnos cuenta nos habíamos convertido en una familia, en una manada. Una para todas y todas para una.

Ahora miro atrás y sé a ciencia cierta que no podría haberlo hecho sin vosotras, que os llevo conmigo siempre, a modo de tatuaje en el corazón. Que pase lo que pase y se interpongan los kilómetros que se interpongan, siempre estaréis conmigo. Siempre estaremos unidas, a nosotras y a la ciudad que nos vio crecer, que nos hice madurar, ser más fuertes, más valientes, más felices.

 

Así que gracias por encontrarme por el camino y no dejarme nunca más sola. Sois las mejores amigas que una podría desear, así que por favor, no me soltéis nunca.

@pau_aranda21