Una noche que salí de fiesta con mis amigas, pues ligué. El chaval era monísimo, moreno, ojos marrones, barbita de tres días, cara de niño bueno, era un amor. Charlamos un buen rato antes de empezar a besarnos. Me contó que era periodista y que trabajaba en un periódico deportivo. Que le apasionaba el deporte y especialmente el futbol, que se sentía muy afortunado porque su trabajo era su pasión. Nos empezamos a liar en la discoteca y me invitó a su casa.

Me dijo que vivía con sus padres pero que estaba de vacaciones, así que teníamos la casa para los dos. No me chirrió que viviera con sus padres, en los tiempos que corren somos muy pocos los que vivimos independizados y, aunque él tenía un buen trabajo, no me extrañó para nada que aún viviera con sus progenitores.

Vivía en un barrio del sur de Madrid, barrio humilde, y la casa también bastante modesta. Todo correcto. Nos empezamos a enrollar en el salón y cuando llevábamos un rato metiéndonos mano, me invitó a su habitación. Fuimos hacia allá, abrió la puerta, encendió la luz y lo que allí tenía no me pareció ni medio normal.

Su habitación parecía la de un chaval de 15 años, llena de posters del Marca y del As. Sin duda era forofo del Real Madrid. Tenía posters de la plantilla de su querido equipo desde los años noventa a la actualidad. Y no sólo eso, tenía enmarcadas fotos suyas con algunos de los jugadores, otra con Florentino Pérez y una, la más grande de todas, con Alfredo Di Stéfano, colocada sobre el cabecero de la cama. Era una especie de groupie del Real Madrid.

A ver, que cada uno tiene su habitación decorada como le da la gana, pero cuando ya rozas los treinta creo que los pósteres sujetados en la pared con chinchetas deberías quitarlos.

El caso es que nos pusimos al tema. Me tumbó boca arriba, me quitó las bragas y me empezó a comer el parrús, y yo mientas rodeada por Figo, Zidane, David Beckham y Ronaldo. Vamos que, aunque no tenía malas vistas mientras me lo estaba comiendo, porque yo no soy muy futbolera, pero Beckham siempre me ha resultado bastante guapo, no es mi ideal de excitación tener sexo mientras me miran los galácticos del Madrid.

Pero lo mejor fue cuando me puso a cuatro patas sobre y me empezó a dar con el señor Di Stéfano allí, presidiendo la cama. Me dio repelús, me daba la sensación de que ese señor me estaba mirando. Y además, no es que resulte demasiado erótico que te estén penetrando y ver a tu empotrador con ese señor tan mayor posando como el que posa con su cantante favorito. Que, me vuelvo a reiterar, cada uno en su habitación pone lo que quiere, pero a mi se me cortó todo el rollo.

Intenté cerrar los ojos y dejarme llevar, pero ya era demasiado tarde, sabía que la plantilla entera del Real Madrid me estaba mirando y juzgando. Decidí que lo mejor era parar, le dije a él que había bebido demasiado, que no me encontraba bien y que prefería irme a mi casa. El chaval, que ya os digo que era un amor, lo entendió y no se enfadó, a pesar de quedarse a medio polvo.

Me acompañó al metro y me fui. Supongo que después de dejarme camino a mi casa se subiría a la suya a terminar la faena él solito. Lo que no sé es cómo puede meneársela tranquilamente en esa habitación mientras te miran todos los jugadores que han pasado por la plantilla del Real Madrid durante décadas.

 

Anónimo

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