Estoy segura de que alguna vez en vuestra vida habéis asistido o por lo menos habéis visto el cartel de un curso de primeros auxilios. En estos talleres, entre otras cosas, te enseñan a actuar en caso de emergencia médica para minimizar el daño o incluso salvar una vida.

No voy a entrar en el debate de salud física vs. mental, porque carece de sentido priorizar una por encima de la otra. Simplemente diré que para fomentar hábitos saludables, hace falta empezar por un buen estado de salud mental. Nuestra mente es el comienzo de todo; es la que nos limita y nos capacita.

Entonces, si la mente es tan importante, ¿por qué no se habla de ella? ¿Por qué no oímos hablar de los cursos de primeros auxilios psicológicos? Pues porque las heridas, los infartos o las pérdidas de conocimiento, se ven. La depresión, la ansiedad, la esquizofrenia o el trastorno bipolar, por poner varios ejemplos, NO.

“Si no se ve a simple vista, ¿para qué dedicarle recursos, fondos y tiempo?”

Porque un problema mental puede doler tanto o más que uno físico, y como son más difíciles de tratar, deberíamos centrar nuestras energías en prevenirlos o, por lo menos, saber cómo actuar cuando nos encontramos ante un trastorno mental.

Primeros auxilios psicológicos

Los primeros auxilios psicológicos no sustituyen la labor de un profesional. Este artículo solo pretende informar acerca de un aspecto tan invisibilizado y estigmatizado como la salud mental. Los trastornos mentales deben ser diagnosticados y tratados por un profesional cualificado.

¿En qué consisten los primeros auxilios psicológicos? Se trata de la intervención psicológica en una situación de riesgo, es decir, ofrecer ayuda y apoyo inmediato a una persona que está sufriendo una crisis.

¿Cuál es el objetivo? Ayudar a la persona a restablecer el equilibrio mental en la medida de lo posible y dar las pautas necesarias para que afronte la crisis y pida ayuda.

  1. Observa

Si estamos en una situación estresante o ante un suceso potencialmente traumático para alguien, debemos observar atentamente su reacción. Para saber cómo actuar, hay que mirar y escuchar.

¿Cuál ha sido el desencadenante? ¿Cómo ha reaccionado? ¿Puedo hablar con esa persona? ¿Hay profesionales de la salud mental cerca?

  1. Establece un vínculo

Es muy probable que la persona esté nerviosa y tal vez actúe con desconfianza, por eso es fundamental actuar de una forma no intrusiva. Acércate con una actitud cercana, pero sin sobrepasarte, y ante todo respeta su espacio y su privacidad. Explícale que estás intentando ayudar, que no vas a juzgar sus emociones, sus pensamientos y su conducta.

Pregúntale qué necesita. Haz que se sienta cómoda y a gusto contigo, para que así le resulte más fácil abrirse y expresar sus sentimientos.

  1. Vigila sus emociones

Durante una crisis, esa persona siente un torbellino de emociones. Miedo, ansiedad, nervios, soledad, angustia, etc. Tal vez lo que más necesita es desahogarse y compartir sus sentimientos con alguien. Da pie a ello.

Pregunta abiertamente sobre las ideas suicidas, pero no juzgues, no actúes con condescendencia ni menosprecies sus sentimientos. Da mucho reparo, pero puede salvar una vida. Debemos dejar de tratar el suicidio como un tabú, porque es una realidad que nos afecta a todos en mayor o menor medida.

  1. No menosprecies sus emociones ni digas cosas que pueden no cumplirse

“Esto no es nada” o “mañana estarás mejor”, son frases muy dañinas y nada realistas. Ojalá fuese así, pero lo que para ti no es nada, para esa persona puede ser un mundo, y tampoco sabes si se encontrará mejor mañana.

No estás sola en esto. Me tienes a tu lado.”

“Siento mucho que estés pasando por esto, pero creo en ti y sé que puedes superarlo.”

“Tómate esta situación con calma y a tu ritmo, yo estaré contigo el tiempo que haga falta.”

“Me cuesta imaginar por lo que estás pasando, pero intentaré entenderlo de la mejor manera posible.”

“Esto no es culpa tuya.”

  1. Fomenta una red de apoyo

Para cualquier problema mental, una buena red de apoyo supone una ayuda inmensa. Impúlsale a que busque ayuda, ya sea en su familia, en sus amigos o en grupos de personas que están pasando por lo mismo, pero que, sea como sea, evite el aislamiento.

  1. Conoce los síntomas y cómo afrontarlos

Durante las crisis es habitual que se produzca un estado de gran nerviosismo y ansiedad, que irá acompañado de una subida de la presión arterial, respiración agitada, visión borrosa, oídos embotados, etc.

La forma más básica de afrontar una crisis de ansiedad es trabajar la respiración. Aprende ejercicios de respiración abdominal o diafragmática para poder ponerlos en marcha ante una situación de crisis.

Explícale cómo respirar, pero intenta hacerlo de forma lenta, con una voz suave y calmada, mostrándole tu apoyo en todo momento. No es cuestión de decir “venga, respira profundamente” y ya, sino de trabajar poco a poco esta técnica.

  1. Pide ayuda a un profesional de la salud mental

Ponte en contacto con un profesional, sobre todo si no sabes cómo actuar, y asegúrate de que la persona que ha sufrido la crisis se pone en contacto con el equipo de salud mental posteriormente.

Si peligra gravemente la integridad física de la persona en crisis o de otros, llama al 112 (o al servicio de emergencias de tu país).

Si te interesan los primeros auxilios psicológicos, busca cursos en tu ciudad o por internet. Aunque no se habla del tema, existen y son muy útiles.

@ManriMandarina