¿Terapia sí terapia no? ¡Qué gran dilema! Seguramente, si estás dedicando un tiempo a leer este artículo es porque te has planteado que ir a terapia psicológica puede ser una opción para ti. Voy a intentar darte algunas claves para tomar la mejor decisión basándome en mi experiencia personal y profesional.

Soy psicóloga y he sido paciente, o cliente como dicen otras teorías, durante casi 10 años. Eso me posibilita darte dos visiones: la del terapeuta y la del paciente/cliente.

Me pongo mis gafas de paciente/cliente y te cuento: ¿Por qué decidí ir a terapia? Desde los 18 años, o incluso antes, yo sabía que necesitaba ayuda psicológica. La clave para darme cuenta fue MI SUFRIMIENTO. Era consciente que le daba muchas vueltas a las cosas, muchísiiiiiimas. A veces parecía que tenía un hámster en la cabeza que estaba hasta arriba de redbulls… Era agotador! Además, tenía muchos miedos, muchas inseguridades y me estaba planteando, continuamente, si lo que hacía estaba bien o mal. 

Esas comeduras de cabeza me impedían disfrutar, por completo, de mi día a día. Aparentemente tenía una vida muy normal, mis estudios, mis amigas, mi familia… Todo, de cara a la galería, muy normal, pero yo sabía que algo dentro de mi cabecita no iba bien.

Además, la ansiedad apareció en mi vida muy pronto disfrazada de pensamientos intrusivos que, una vez, me hacían sufrir.

Todo esto, con menos de 18 años…. Yo sabía que ir a terapia iba a ser una buena solución para mí, pero, por miedo, o por inseguridad, o por prejuicios sociales o personales, ¡¡¡no empecé hasta los … 28 años!!! 10 años de sufrimiento de más, de decisiones equivocadas llevada por mi falta de autoestima y por mis miedos…

Te aseguro que, si pudiese hablar con mi yo de 18 años le diría… ¡Corre a terapia! Eso, obviamente, ya no es posible pero, me sirve para ayudar a otras personas a que se den cuenta que, esa frase tan manida de… “el tiempo todo lo cura” no es real si no haces nada distinto durante ese tiempo.

Me cambio las gafas, y me pongo las de psicóloga y te digo que, además de que no has nacido para sufrir, tienes DERECHO a ser feliz. Lo escribo así, con letras MAYÚSCULAS. Sí, querida lectora, tú no has venido a este mundo para pasarlo mal, para comerte la cabeza, para vivir con una presión en el pecho que no te deja respirar o para sentir que los demás no te valoran. No, solo por el hecho de ser PERSONA mereces ser querida y mereces lo mejor que te puede dar el mundo.

Si tu manera de pensar o actuar te aleja de ese derecho fundamental, acude a terapia, busca ayuda, porque la vida, aunque a veces se ponga cuesta arriba, es un viaje digno de ser vivido con la mejor de las actitudes y con nosotras mismas como nuestras aliadas y, nunca, como nuestras enemigas.

Este es un mensaje de una persona que entró sintiéndose una niña a terapia y salió sabiéndose y reconociéndose como un mujer segura de sí misma y con una maleta llena de recursos para los momentos “mierders” de la vida. Hay una vida mejor que, muchas veces, encuentras de la mano de tu terapeuta.

 

Patricia Yáñez

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